Celia Ling García

«Rompe las paredes»

463 palabras
3 minutos
28 lecturas
Juega con el tiempo y con la realidad al más puro estilo borgiano
"He cometido el peor pecado que uno puede cometer. No he sido feliz."

Ya saben ustedes cómo he acabado. Muerto. Me arrepiento.

Me arrepiento de todas las discusiones que podía haberme ahorrado, me arrepiento de todos los abrazos que no pude dar ¿Por qué fui tan frío, seco, sin sentimientos y malhumorado? ¿Tal vez por mis experiencias de pequeño? ¿Mi entorno? ¿Padres? ¿Amigos?¿Hermanos?...

Muchas preguntas, para tan solo una condenada respuesta. Y es que... Fui YO el culpable.
 YO fui quien en un pueblecito de Buenos Aires, dejó escapar a su alma gemela por no saber escuchar, y solo nublarse por los celos. Fui YO quien abandonó su hogar, por consecuencia a mis adicciones. Rechacé a TODAS aquellas personas que me amaban y confiaban en mí, por simplemente pensar que no llevaban la razón, me estaban mintiendo y jugaban conmigo.

Y de pronto me encontraba en un laberinto sin salida donde daba vueltas, y las paredes me ahogaban, solo caminaba en solitario, silencioso, sin sentimientos .
Una situación totalmente creada por mi, y mi personalidad.

¿Los espejos? Ellos fueron los que me ayudaron a comprender quién era. Veía mis ojos, unos muy cansados con ojeras, un cuerpo muy descuidado, flácido, sin vida.
Pero lo que más me impactó fue ver mi oscuridad. Mi yo ante el mundo. Un ser asqueroso, que repudia a todo aquel que veía: no daba las gracias, no sonreía, no se expresaba, simplemente respiraba. Empecé a arañarme, pegarme, dar golpes a las paredes, hasta rompí los espejos.
Y sin previo aviso estaba en suelo, con un corte en el cuello de un cuchillo. La sangre caliente, corría por todo mi cuerpo. La verdad no me encontraba tan mal.

Sin embargo,a través de un pedazo de cristal me ví de nuevo reflejado, pero esta vez en un mundo diferente.
Era "yo", con esa chica de Buenos Aires formando una familia, alrededor de mis padres y amigos, en una cena. Todos estaban riendo, incluido "yo"...
Paralelamente observaba mis antiguas situaciones complejas.
Además mi "yo" también estaba en ese laberinto, arruinado, angustioso, con miedo, al encontrar de nuevo una pared que le impedía continuar hacia la salida. En cambio, en vez de quedarse en esa condición y rendirse, se levantó, tocó la pared y le dió un puñetazo, así sucesivamente. Yo le grité que parase, que se iba a destrozar, y era verdad, tenía sangre en los nudillos. Hasta que se calló un ladrillo, "yo" sonreí, no paré y al instante se desmoronó la pared. ¡Había salida! Y ese "yo" continuó corriendo hacia la luz.
¡Esperame!...Pero era demasiado tarde, YO ya tenía demasiadas paredes como para romper todas.
Así pues, me prometí a mi mismo que no volvería a desistir, a pensar de la dureza de las paredes.
Finalmente, oscuridad.
Celia Ling García
Miembro desde hace 1 año.
3 historias publicadas.

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Chuso Garcia
20 jun, 10:14 h
Que historia tan potente, enhorabuena Celia
Pepa Hernández
22 jun, 22:23 h
Esa lucha con nuestro yo. Genial.
elinsurgentecalleja
25 jun, 18:35 h
La lucha contra nuestro yo interno es siempre un reto en la mente humana.
El párrafo del comienzo es brutal!
Buen relato!
Saludos Insurgentes
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