Cuando la ciudad duerme, tan solo una luz verde ilumina la noche. Es la de la farmacia de guardia, una luz que nos indica que siempre hay una persona dispuesta a cubrir nuestras necesidades. En aquella fría noche, Luis, era el encargado de estar despierto, esperando a algún cliente noctámbulo al que se le habían olvidado sus pastillas para la tensión, o le había dado un repentino dolor de muelas.
Parecía una noche tranquila, así que Luis decidió echarse una cabezadita, esperando que el timbre no le despertará. No ocurrió así, y cuando estaba a punto de cerrar los ojos, el timbre sonó. Acudió raudo a la puerta, abrió el ventanuco y no vio a nadie. Así que pensó que sería algún gamberro gastando una broma, no era la primera vez. De nuevo intentó conciliar, de nuevo volvió a sonar el timbre, pero ocurrió lo mismo, no había nadie en la puerta. Aquella situación se repitió varias veces durante la noche, hasta que llegó el día y los compañeros de Luis llegaron para relevarle. Al relatarles todo lo que había ocurrido durante la noche, pensaron que su compañero se había pasado la noche durmiendo y había estado soñando. No le dieron más importancia, pero uno de ellos decidió revisar las cámaras de seguridad.
Las cámaras revelaron algo inquietante, efectivamente alguien estuvo en la puerta toda la noche, alguien al que Luis no fue capaz de ver. Un extraño hombre vestido totalmente de negro, con su rostro cubierto por una máscara. Nunca supieron la identidad de aquella extraña persona, tampoco volvieron a verle. Tampoco volvieron a ver a Luis, que desde ese día desapareció y no volvieron a saber nada de él.
Inquietante historia.
¿Ocurrió en tu farmacia?
Je, je, je... Me ha encantado paisano.
Saludos Insurgentes
Un abrazo paisano!