Queda una hora para que llegue y tengo casi listo el ramen. Ella me comentó, cuando nos conocimos en la feria del cómic, que le encantaba. Llevo más de veinticuatro horas cocinando varios de los ingredientes. Estoy a falta de terminar de preparar el caldo y los fideos. La verdad es que es un poco difícil cocinar vestido de Daredevil, el demonio de la cocina del infierno, pero va que ni pintado para la cita de esta noche; no sé de qué se disfrazará ella.
Comienzan a aparecer burbujitas en la olla cuando todo se vuelve oscuro. Oigo una colisión y gritos, me acerco a la ventana. Todo está oscuro. Solo se ven las luces de los coches que circulan por la calle; salvo la de uno, que ha empotrado su morro en el trasero del vehículo que tenía delante. ¡Madre mía, un apagón y la cena sin terminar! Busco luces en los edificios de alrededor y veo, en las ventanas, luciérnagas producidas por los leds y pantallas de móviles, velas o lámparas portátiles de sus habitantes.
Vuelvo a la cocina y mi cabeza se golpea contra un armario que dejé abierto. ¡Qué dolor! Intento localizar el móvil que tenía sobre la encimera y lo que consigo es un corte en la palma de mi mano por haber dejado el cuchillo en una mala posición. ¡Demonios! ¡Esta cocina es un infierno! Lo que sí tengo claro es dónde he dejado mi sable jedi. Lo cojo, lo extiendo y lo enciendo. La fuerza me permite llegar, mientras hago ruidos de sable láser y varias posturitas, hasta el armario donde guardo mi kit para el apocalipsis zombi. Ahí guardo las tiritas.
POM-POM-POM
Alguien toca a la puerta. Es Elektra y trae una bolsa con ramen. ¡Salvado!
Saludos Insurgentes
¡Yeah!
Muy divertido