💌 Una pareja trata de reencontrarse en un país en guerra, pero sus vidas están amenazadas por uno de los bandos. ¿Conseguirán escapar? ¿Cómo se comunicarán sin ponerse en peligro?
El so iluminó la ciudad; en eso que un rayo entró por un agujero, un potente resplandor le iluminó. Alim fijó la mirada en ese destello, jugó a cerrar y abrir los ojos, quiso perseguir la luz. Salió del escondite, sin protección, perdiendo totalmente el miedo, convirtiéndose en objetivo fácil. Y allí estaba Jabir, sentado, hinchando el pecho, disfrutando de esa misma maravillosa luz que a él le había hipnotizado. Se sentó junto a él, se saludaron. Sonrieron al mirarse a los ojos, ambos tenían el mismo brillo, lanzaban un mismo mensaje, una petición de amor y comprensión, supieron entenderse de inmediato. Estaban felices por estar allí, por encontrarse, por reconocerse entre tanto caos y desorden. Se tumbaron boca arriba sobre el trozo de una pared derruida; pequeña porción de fantasía flotando en un mar de escombros. En silencio se quedaron, mirando al cielo, sintiendo el calor del sol, la caricia de la vida. Con los ojos cerrados era fácil imaginar un mundo perfecto, en donde la gente se saluda al pasar y se sonríe. La noche anterior había sido de bombardeo intenso por parte de las Fuerzas Armadas Sirias y el ejército ruso. La última ofensiva contra los rebeldes islamistas había convertido Alepo oriental en una montaña de cascotes. Sabían que no era el mejor momento para tomar el sol, pero si de rescatar supervivientes, de levantar trozos de muro y tirar puertas para ver si quedaba alguien vivo, de buscar agua y comida para los niños supervivientes, además, cualquier francotirador podía saltarles la tapa de los sesos según estaban, tan expuestos y vulnerables; pero daba igual, era la primera sensación de felicidad que disfrutaban en mucho tiempo, ya no se sabían solos, ni raros, malos, no eran únicos. Se habían descubierto el uno al otro.
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David Masllorens Perez
David Masllorens Pérez (Madrid 1975) es cocinero de oficio, artista autodidacta y viajero…
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Anastasia Sopale Thompson
05 sept, 01:42 h
Eso es, David. ¡Hola! Me ha gustado mucho tu relato porque también soy de la opinión de que detrás de una gran oscuridad, hay una gran luz que la proyecta. Es cierto que en los medios de comunicación masivos nos tratan de "acostumbrar" a solo ver lo malo de la vida. Pero aquí haces énfasis en qué a pesar de todo, siempre queda algo bonito como es la proximidad entre Alim y Jabir, dos valientes, dos intrépidos que tienen la firme convicción de que el sol seguirá brillando en lo más alto, pase lo que pase. Fenómeno, felicidades.
David Masllorens Perez
22 dic, 19:36 h
Muchas gracias Anastasia. siempre hay un atisbo de luz, un momento que lo cambia todo. Muchas gracias y perdón por retrasar la contestación.
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