«Todo sigue igual»

Todo sigue igual. Nada ha cambiado. 
Me despierto, miro por la ventana y lo que veo son cosas normales. Normales.
Gente paseando, otros corriendo de buena mañana para no perder la forma, gente yendo al trabajo y madres y padres llevando a sus niños al colegio, estudiantes, gente que va a trabajar...
Lo normal.
El problema soy yo, para mi esto ya no es lo normal. Siento que algo en mi se ha roto, que la pieza en la que me han transformado ya no encaja en "lo normal". Sigo esperando gritos y polvo. Sigo oliendo sangre y sigo sudando como si llevara encima cinco kilos de ropa y el arma.
Mis dedos siguen pensando que tienen el fusil entre ellos, que lo agarran de forma instintiva. Mis dedos siempre están en posición de disparar, pero no tienen ni arma ni nada que disparar. Lo lógico sería pensar "gracias a dios" pero me siento vacía. No paro de pensar que si todo está tan tranquilo es porque nos van a sorprender y atacar, pero no ataca nadie y vivo en una guardia continua. 
Ya no encajo aquí, ya no sé vivir en paz sin esperar la guerra. Me agobia tanta tranquilidad, no puedo, no puedo más.
Los días pasan y nadie ataca, aquí todo es gente preocupada de banalidades, unas banalidades que acaban con la salud mental de cualquiera que haya vivido lo que yo. Lo que ellos llaman cordura yo lo llamo locura, todo es de lo más absurdo aquí. Ya no entiendo nada.
Necesito volver al infierno para poder seguir viviendo.