Parecía tranquila aquella mañana de Octubre. Hacia medianoche, se hizo visible una luz verde en el granero. Los chicos Jackson fueron los primeros en verlos y en acabar derretidos. Una pena.
Fue su hermano menor Jimmy. Vimos los rastros de los visitantes, todas las terneras del señor Olsen yacían con extraños Cortes. Cada uno fue a su casa, y desempolvaron sus winchester y sus colt, afilaron sus Bowie y las horcas, fabricaron trampas con sogas y Gómez fabricó cocteles molotov con whiskie artesano. Cavaron trincheras a todo alrededor del granero de los Jackson. Era obvio, lucharíamos
La calma chicha vino después. El televisor no funcionaba, ni el teléfono, ni la radio. Iban a eliminarnos, no lo tendrían fácil. Intentamos ir a un pueblo vecino, nos dimos cuenta. El puente lo habían roto. Allí nos encontramos a unos chicos morenos. Su apellido era William, se nos unieron, siempre viene bien unirse cuando hay problemas.
Por la noche nos situamos en las trincheras, tras las rocas. Los seres fueron saliendo poco a poco. Con su luz verde, eran un blanco fácil, y se escondieron de donde vinieron. De pronto salió esa cosa y todos corrimos, era imparable. Nosotros éramos más, disparando desde varias direcciones les dimos. Olían a carroña. Entonces un tornado levantó al bicho aquel y lo hizo añicos. Ahora quedamos hombres y algunas mujeres, las hermanas García, contra las cosas. Como no conocían que eran un sótano, ni un tornado, fueron cayendo. Aunque no con la rapidez suficiente.
Se convirtió en una lucha casa por casa. Hasta que oímos disparos, eran de un pueblo vecino. Nos ayudaron. Después de terminar con todos, los enterramos en las trincheras. Olían peor que el pedo de una mofeta. Buscamos un lugar apartado, donde enterramos a los héroes. El padre ofició una bonita ceremonia.