No fue hasta verme asfixiada,
por tu falsa lana de oveja,
que pude ver tus garras,
tus colmillos en mi cuello,
la sangre empapándote.
Ni tan siquiera puedo clamar,
haber sido tu única víctima
o tu mejor crimen,
pues tu maldito disfraz,
engañó más de una vez.
Pero tus ojos permanecen,
me dicen que soy especial;
tus mentiras,
me arrullan como una nana,
cuidadosamente entretejidas.
Ahora, sin telón,
sin atrezo, ni guion,
la luna me muestra,
tu más pura verdad.
Y así, ante el horror de la noche,
mientras el más hondo vacío
me devuelve la mirada…
Te amo con locura.
Saludos Insurgentes