Cuando escuchaba hablar de fantasmas siempre me venía a la mente la figura de la sábana blanca; con grillete en los pies, como lo reflejaba la literatura popular, o almas en pena sin poder pasar al otro lado.
Sin pretenderlo, soy uno de ellos. La muerte en aquel accidente dejó mi vida partida en dos… sin despedidas. Salí de casa para ir al trabajo y ya no regresaría jamás: Había estado perdido durante año y medio y, mi alma, se quedó en el limbo. Mi viaje me llevó a visitar gente de clases y culturas diversas, todos llenos de falsedad y avaricia. Ahora, recompensado, se me permitía una despedida, la última, con mi familia.
Reunida en la cena familiar de Navidad la volví a ver. Nunca le gustaran las navidades,-su padre muriera en esas fechas cuando ella era pequeña-, desde entonces, le entristecían los adornos, los villancicos o las luces de Navidad.
Me constaba que estaba a tratamiento psicológico y, a pesar de volcarse en sus amigas y el trabajo, fue duro afrontar una pérdida de esa manera, - ¿Cómo estás, cariño? No te asustes, soy Javier. Ella comenzó a llorar, creo... que logró verme; Me acerqué a su lado y le susurré en la oreja, como a ella le gustaba. Cada día, me sentaba a su lado, mientras tomaba el café de la mañana; por eso su reacción fue pausada, incluso se alegró; parecía que lo estuviese esperando. Durante toda la noche estuvimos hablando de lo que había pasado ese año y medio, eliminando todo el dolor.
Poco a poco, abandoné la habitación. Mi alma descansaba ya, y ella... abandonaba un doloroso duelo que comenzó el 15 de mayo de 2021 a las 9.00 de la mañana.
Saludos Insurgentes.
A veces los sueños, lamentablemente, son sueños, y la realidad marca unos tiempos que dejan secuelas difíciles de cicatrizar.
Graciñas por tu comentario!