«Un primer beso del destino»

María bajó del tren temblorosa, con las mejillas sonrojadas y agarrando fuerte su maleta para intentar disimular sus nervios.
Dirigió su mirada hacia el andén, en busca de esos ojos azules con los que tantas miradas de complicidad había cruzado y allí estaba él, igual de nervioso e inseguro que ella.
Más de veinte años habían pasado desde la última vez que se vieron. Fue una noche en la que ambos confesaron sus sentimientos y en la que ninguno se atrevió a dar el paso de cambiar su vida para unirla a la del otro . Y así, sin más, dejaron de verse.
Pero los recuerdos siempre estaban presentes, y el arrepentimiento de pensar que podrían haber iniciado una vida en común rondaba sus cabezas todos y cada uno de los días que estaban separados.
Ambos comenzaron a andar hacia el otro, despacio, sonrientes y con un brillo especial en los ojos. Alejandro hizo a María soltar la maleta para poder coger sus manos.
-No te imaginas la de veces que he soñado con este momento. -Le dijo sin poder dejar de mirarla.
-Al principio, cuando dejamos de vernos, pensé siempre quedaría algo pendiente entre nosotros. Después, con el paso de los años seguía soñando contigo una y otra vez y me di cuenta que el destino algún día, sin saber cómo, cuándo ni dónde nos volvería a unir para poder estar juntos. -Le respondió ella.
Soltaron sus manos despacio y se abrazaron por la cintura del otro, como si la complicidad que recordaban nunca hubiera dejado de existir, al contrario, se había vuelto incluso más fuerte. No hicieron falta más palabas, sus labios se unieron en un profundo e intenso beso que sería el primero y más emocionante de todos los que vendrían en el resto de sus vidas.