Chuso Garcia

«Un torpe con suerte»

499 palabras
4 minutos
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Siempre he sido torpe, de los de tropezarse con las rayas blancas de un paso de peatones. Mis dedos largos podrían ser perfectamente los de un pianista, o los de un hábil ladrón de carteras que era más lógico al vivir en estos suburbios.
Mis manos parecen ir a parte del resto de mi cuerpo, soy ágil al moverlas, puedo coordinarlas con rapidez. Esa habilidad me hizo practicar trucos de magia con cartas o escondiendo monedas, que luego ponía en práctica, me ayudaba a ligar y a sobrevivir en mi barrio. 
Me fui pronto de casa, dormir debajo de la escalera como el famoso mago, no era lo que yo quería en mi vida, al ser el pequeño de seis hermanos y que tus padres no estuvieran muy pendientes de nosotros no era lo ideal, pero yo tenía mi varita mágica que haría que todo cambiara.
Vivir en la calle, me hizo aprender a estar listo para alejarse de situaciones complicadas sin parecer un cobarde y estudiar el riesgo para permanecer en un discreto segundo plano, pero que se te vea lo justo para hacer pensar al resto que eres parte en el reparto de los beneficios.
En eso si era bueno, estaba bien visto en ese selecto grupo de chavales de la calle que Rivas quería en su banda de delincuentes que le obedecieran en sus múltiples fechorías.
Rivas es el amo de la ciudad, mi barrio, una zona más donde todos los trapicheos pasan por sus manos, es generoso con los suyos, eso le hace ser respetado y con pocas posibilidades de traición por sus fieles.
Muy listo nunca he sido, pero siempre he tenido lo que, otros llaman esa dosis de suerte que yo controlo de forma natural y se de sobra, que no es suerte, es mi varita mágica.
Yo invente lo de estar en el sitio adecuado en el momento adecuado, pero claro, lo que yo creía magia y tener todo controlado pese a dejarlo al azar, un día se torció.
Rivas confió en mi para entrar en esa vieja casa y robar el cuadro que presidia en el salón. Mi única referencia era la de dos grandes ciervos, ¿para qué querría Rivas un cuadro tan simple?.
Entre por una ventana trasera que estaba sin el pestillo, y al pisar el suelo recordé la película de "Solo en casa" cuando los ladrones entran y se encuentran miles de trampas. En mi caso, las trampas ya las ponía yo.
Llegué al salón donde vi el cuadro, al acercarme en la penumbra, tire la lampara y la mesilla que estaba a la derecha del sillón de piel, al intentar parar su caída al suelo, tropecé con el mismo cable de la lampara, lo que la desenchufo bruscamente de la pared provocando una chispa que prendió la cortina que adornaba la ventana.
El resto os lo imagináis, salí corriendo y ni cuadro ni casa, todo ardió. No he vuelto al barrio desde entonces.
Mi vida, mi suerte.
Chuso Garcia
Soy Chuso García, un madrileño residente en Arganda del Rey con medio siglo de experiencia en…
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12 historias publicadas.

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elinsurgentecalleja
20 abr, 22:51 h
Para que luego digan que la suerte no es influyente!!
Jejeje
Magnífico final!!
Saludos Insurgentes
Chuso Garcia
21 abr, 22:02 h
ja,ja,ja.....saludos
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