«Una madre de oro»

- ¿Seguro que quieres irte tan lejos a competir recién dada a luz? - le preguntó su mejor amiga a Adriana.

- No acabo de dar a luz. Hace ya un mes - dijo ella mientras acababa de hacer la maleta -. Y desde que salí del hospital me he esforzado mucho para poder volver con las mismas fuerzas que antes a las carreras.

- Sabes que mientras estés compitiendo, tu chico y yo cuidaremos de la pequeña - la prometió Lorena mientras metía las cosas en el coche para llevarla al aeropuerto.

Durante todo el vuelo, Adriana estuvo mirando las decenas de fotos que le había hecho a su hija en solo un mes. Iba a pasar dos semanas a casi once mil kilómetros de su casa. Pero sabía que era fuerte y que aguantaría la distancia ya que cada día haría videollamadas para ver a su hija.

Al llegar tuvo claro que lo iba a dar todo en la competición. Pero las dos primeras carreras no la salieron como había pensado. Si no se ponía las pilas quedaría eliminada en la siguiente carrera. Antes de irse le había prometido a su hija que volvería a casa con el oro y no la podía fallar.

Durante las carreras que faltaban se puso una camiseta con la foto de su hija para sentirla aún mas cerca y, gracias a ello, disputó la final con todas sus fuerzas quedando primera y volviendo a casa con el oro que había prometido.

Aunque la medalla demostraba que Adriana seguía en perfecta forma física tras haber sido madre, sabía que el mayor premio que podía ganar lo había llevado nueve meses en su vientre. Y lo iba a disfrutar al máximo.