Todo indicaba que sería una mañana tranquila en la farmacia, era un día lluvioso y hacía frío. Así que podía ser un momento ideal para poner al día los pedidos y la recetas, trabajos atrasados por la avalancha de gente de los días anteriores.
Pero todo se complicó cuando aquella joven embarazada entró a comprar un chupete para su futura hija. De pronto, cuando estaba a punto de pagar su compra, rompió aguas, un enorme charco se había formado delante del mostrador y aquella mujer comenzó a retorcerse de dolores. Todos corrieron a tranquilizarla, mientras que uno de los auxiliares, raudo, llamó a emergencias. Por desgracia todas las ambulancias estaban ocupadas, y le comunicaron que tardarían más de una hora en llegar, pero aquel bebé parecía que tenía prisa por llegar y se llevaron a la mujer a la rebotica. No había remedio, los empleados de la farmacia, deberían atender el parto hasta que llegara la ambulancia.
A los pocos minutos, ocurrió otro hecho inesperado. Un hombre armado con una enorme navaja entró en la farmacia, amenazando a uno de los auxiliares, apremiándole a que le diera todo el dinero de la caja, que no era mucho. El auxiliar, con toda frialdad, le dijo:
—Mire usted, tenemos una mujer de parto en la rebotica, así que ahora no tenemos tiempo para atracos, son demasiadas emociones para un solo día.
Fue entonces cuando aquel atracador hizo algo inesperado, guardó su navaja, corrió hacia la rebotica y comprobó que lo que decía aquel auxiliar, era cierto. Se encontró a una mujer en plano parto, rodeada de gente que no sabía muy bien que hacer. Pero el sí lo sabía, en otros tiempos trabajó como conductor de ambulancias.
Hay algo de real en el relato?
Un final inesperado para un ladrón equivocado.
Buena narración paisano.
Saludos Insurgentes