«Yo iba para atleta de prestigio»

Cuando empecé el instituto me apunté a atletismo. Correr y salto con jabalina era mi especialidad.
Entablé amistad con un par de chicos que iban a mi curso. Eran las ovejas negras del curso. Hacían pellas constantemente, y un día que no me apetecía mucho entrar a clase me propusieron ir con ellos. Saltamos la verja y nos fuimos por ahí a golfear. Me ofrecieron tabaco y me enseñaron como hacer el puente a una motocicleta. Pasamos del tabaco a todo tipo de sustancias.
Finalmente dejé las clases y el atletismo... Nos dedicábamos a colocarnos. Robábamos vehículos y asaltábamos tiendas...
Un año antes de que terminara el curso mis hermanos se sentaron conmigo a hablar y me hicieron entrar en razón. Retomé los estudios y el atletismo, me centré, dejé mis malas compañías y mis malas hazañas atrás, y me gradué. Conseguí ganar varios torneos en el instituto y comencé a formarme en educación física, seguí metido en el atletismo, casi consigo federarme y meterme a olímpico. Pero no pudo ser, durante todos estos años hubo algo que no dejé atrás de mi antigua vida. Y es que seguía consumiendo drogas, si me libré de los controles sanitarios hasta ahora fue por un buen amigo del atletismo que me prestaba su orina. Pero desde que él se fue a estudiar a Suecia no me quedaba otro remedio que dar la cara. Y al dar positivo en estupefacientes todo se fue al traste. Así que volví a mis olimpiadas extraordinarias, ya solo andaba por ahí colocándome, frecuentando bares y formando bulla. Y como era de esperar acabé aquí, en la cárcel.
Hice algunos amigos, a veces les cuento que yo iba para a atleta de prestigio, pero no me creen. Se ríen mientras me comentan que ellos también eran buenos atletas.