«Un beso eterno»

-La quinta víctima del asesino de labios rojos ha sido descubierta hoy…-  otra víctima, ¿en algún momento dejará de matar?
-Mami a mi no me pasará nada ¿verdad?
-Si obedeces las normas nada te pasara mi niño- su cálida sonrisa me tranquilizaba y me decía que nada pasaría.
Todos en el pueblo estaban tensos, esperando el próximo movimiento, la próxima víctima. En la escuela pretendían que no pasaba nada los profesores fingían, pero ya todos lo sabíamos. Nos restringieron todo, nadie quería ser la siguiente muerte. 
Ya habían pasado meses y todos estaban cansados del nuevo estilo de vida. Esa noche se celebraba una gran fiesta, todos iríamos aunque no nos dejaran, aparte de ir de fiesta también daría mi primer beso con la chica más popular del instituto y eso es la guinda del pastel.
-Buenas noches mi niño- me dejó un beso dejando la marca de su típico pintalabios rosa.
-Buenas noches madre- apague las luces, esperando el momento para escaparme. Dieron las 11:05, todo estaba tranquilo, me levanté y salgo por la ventana, en 5 minutos ya había llegado al lugar de la fiesta.
Y ahí estaba ella, elegante como siempre, su pelo castaño recogido y sus labios pintados con un rojo pasión que destacaba sobre su pálida piel. Estaba distraída, tenía tiempo para volver, pero decidí enfrentarme, uno de los peores errores que puede haber hecho. 
-Mamá…- me había besado, sentí los ojos pesados, no resisti y los cerré, pero antes logre escuchar un susurro. 
Las estrellas observaban expectantes, el silencio era testigo y la noche su aliado.
-Un beso de noche eterna, descansa en paz- sentía como me acariciaba la cabeza como cuando era niño, después de eso no volví a despertar.