Puri Escuredo

«Aglo, el espejo de Olga»

975 palabras
8 minutos
30 lecturas
Relato de ciencia ficción: Las luces de una ciudad futurista, un destello en el cielo, la sombra de una nave espacial sobrevolando. ¿Qué historias se despliegan cuando el sol se pone en este futuro lejano?

La Tierra 2 de febrero de 2112

Olga lleva toda la vida buscando una explicación racional a su intuición. No fue hasta el final de los años veinte del pasado siglo XXI que empezó a creer más en ella y en toda esa información que le llegaba no se sabía de dónde. Olga ya pasaba de los cincuenta años, una edad madura para aquella época. Se bromeaba cuando llegabas a esa edad con que estabas en la mitad de la vida, pero era eso, broma, en el fondo nadie se lo creía. Pasar una gran pandemia, muchos cánceres casi fulminantes en gente joven, muchas muertes por problemas cardiovasculares, hacía que seguir cumpliendo años con relativa buena salud, con tan solo algún dolor de huesos o músculos, fuese todo un triunfo.

Quién le iba a decir a ella que estaría aquí, en esta tierra ahora bastante más hostil, casi cien años después. Seguramente si pudiese hablar con la Olga de entonces, pensaría que se había pasado con las horas de ayuno y se le habían nublado las entendederas; lo arreglaría con un puñadito de cacahuetes y un paseo por su montaña.

¡Ay, su montaña! La echaba tanto de menos, aquella vida tranquila y sencilla, analógica y rural.

Mira a su alrededor y ve aquel cubículo todo acero y plástico, todo gris, blanco y negro. No hay color, es como si no hubiese existido el arcoíris. No es fácil conseguir telas con colores para alegrar algo la estancia, tienen unos precios prohibitivos, y las flores naturales, las que ella recuerda rodeándola en su pasado, ahora son eso, un recuerdo. Ya no hay flores, no pueden criarse flores, son uno de los lujos a los que hubo que renunciar por la falta de agua y de tierras de cultivo. Evidentemente, ni flores, ni abejas, ni nada. No existe la comida tal cual ella la recuerda, aquellas manzanas, peras o ciruelas que recogía en su pequeño terreno. Ahora se nutre con unas pastillas o papillas. No sabe lo que le meten, un conjunto de vitaminas y minerales prefabricados. Lo imprescindible para mantener la vida.

Lo cierto es que ella no se siente mal, no le duele nada. Sospecha que la pseudo comida personalizada que le traen también tiene medicamentos o algo para que sigas adelante sin utilizar los servicios médicos. Debe ser la tan cacareada medicina preventiva de la que se hablaba y ya no se dice nada.

Olga sigue ejerciendo de asesora intuitiva en la comuna local. Eso también ha cambiado bastante y ahora no se mira la edad para ejercer un puesto. Se ríe para sí misma cuando recuerda cuando antes después de los cincuenta y cinco ya casi no eras útil para la sociedad. Te hacían creer que eras una carga y ahora no; ahora sigues ejerciendo o ayudando con tus conocimientos, habilidades o funciones que demuestras que tienes. La cuestión es aportar a la comunidad. Ella tiene en su mismo departamento a una niña de diez años que es muy clarividente y que ya nació con esa facilidad. En otras épocas las hubiesen quemado a las dos por brujas.

Estas últimas semanas Olga se siente muy nerviosa. Intuye que esas luces que ve en el cielo todas las noches no son el titileo normal de las estrellas, ni las luces de los satélites, naves terrestres orbitando ni nada conocido, está segura de que lo que luce allí arriba estas últimas noches viene de muy lejos.

De lo que duda es si la lejanía es solo medible en el espacio o también en el tiempo. Es como si sintiera que por fin vienen a aclarar las cosas los que siempre estuvo esperando. Es posible que ella tuviera que rebasar mucho la centena para poder estar en estos días presente de forma corpórea y tangible.

Los intuitivos reciben los conocimientos del más allá, pero siempre se pensó que eran las almas y espíritus de los ancestros, los maestros y las maestras que habitaron la tierra tiempo atrás y que por su sabiduría y experiencia comunicaban consejos y guías a seguir. Pero desde hace unas semanas algo cambió.

Olga nota desde hace días que la comunicación es mucho más potente, ya no le hace falta ponerse en modo meditación. Ha empezado a recibir mensajes algo desconcertantes y de noche es un chorro continuo de conversación.

Está segura de los gobernantes saben de sobra lo que está sobrevolando la ciudad, pero la información también la publican sesgada y medicalizada para que no cunda el pánico.

Nave 22 de la Flota Avanzada

Aglo lleva días conteniéndose para no coger una de las naves individuales y acercarse a la ventana del cubículo de Olga, su espejo en el planeta Tierra. Tiene muchas ganas de conocerla por fin, después de tantos años enviándole mensajes. Las instrucciones son que no se haga ningún movimiento mientras el equipo de negociación aclaran cómo será la entrada y cómo se va a explicar su llegada. Más de dos meses terrestres allí parados, está seguro de que Olga sabe que están allí. Hay noches que no puede evitar enviarle mensajes de luz y mentales, es imposible que no se haya dado cuenta. Tiene miedo de no llegar a tiempo para explicarle todo. Quiere darle las gracias por todo aquel tiempo de confianza, de escucha y de interpretación. Sabe que no lo ha tenido fácil, pero ella aguantó muy bien, creyendo en ella y en él.

Para Aglo también fue una gran prueba, la última oportunidad que le daban antes de degradarlo a un simple conductor. Olga fue su primera terrícola de éxito después de haber perdido a otras dos, una en una hoguera y otra en un psiquiátrico, con una lobotomía.

Aglo quiere poder juntar sus frentes, sus manos y sus corazones antes de despedirse del cuerpo de Olga, ya que no le queda mucho en ese plano terrestre.

Puri Escuredo
Nacida en Bilbao en 1970. Casi nada, tengo más de medio siglo encima, debajo y por los lados. Hija…
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Raquel Rodríguez
02 ago, 04:31 h
Una historia de ciencia ficción pero que se asemeja mucho en ciertos aspectos a lo que está pasando hoy en día, una distopía con mucho sentido. ¡Qué bonito final!
Mikel M
02 ago, 10:27 h
¡Súper original!
Antonio Mompeán Mayol
02 ago, 19:59 h
Muy buen relato, Puri. Fantástica historia, nunca mejor dicho. Me ha gustado mucho.
Un saludo!
elinsurgentecalleja
04 ago, 01:12 h
¿Estaremos avocados a ese futuro?

Me temo, que será muy parecido a como lo describes compañera, lo irreal de la pura realidad.

Muy original!

Saludos Insurgentes
Mila Clemente
04 ago, 18:02 h
Menuda historia Puri. De película... Queda votada. ☺️
Lucia F.S.
05 ago, 01:42 h
Simplemente genial
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