Mario Pavón

«Al servicio del emperador»

998 palabras
8 minutos
26 lecturas
Narración de suspense: Un resplandor intermitente en una ventana solitaria, un edificio que sólo cobra vida cuando el reloj marca las doce. ¿Qué secretos esconde este lugar en las horas en que el mundo duerme?
Aquel edificio es, como tantos otros, parecido a una persona. Planificado con ilusión y edificado con esmero, floreció en su juventud para luego ser olvidado, ignorado dentro del paisaje urbano y ahora, agonizante, implora por ser desconectado.
“El Emperador” es una torre de hormigón creada para satisfacer el ego de un arquitecto y que solo los apasionados recuerdan cuándo y por qué se construyó. Yo no soy ni una cosa ni la otra. Solo un superviviente que no recuerda cuando fue su último ingreso en cuenta.
Un amigo me recomendó para el empleo. “El Emperador” va a ser demolido la próxima semana, y necesitan que alguien esté en el edificio para que evitar intrusos. Nunca he trabajado de vigilante, pero no tengo nada que perder. Apliqué, y tras apenas cinco minutos después fui aceptado.

Entré al vestíbulo. Además de las nubes de polvo y las telarañas, solo había una persona en la sala. Era un joven de aspecto frágil, con las manos de quien no necesita abrir una caja de herramientas y el porte del que su primer trabajo ya fue mandando.
Pero al darse la vuelta, un ramalazo de alegría cruzo su cara, y corriendo vino a darme un abrazo que le devolví incómodo.
- ¿Cómo estás? ¡Pero mírate! ¿Solo llevas esa mochila? Ven, quítatela, déjala ahí… No, en el suelo no, está lleno de polvo… Ahí, en la mesita. Pero dime, ¿qué te parece el edificio? ¡”El Emperador”! Ven, te lo enseño.
Y me arrastró como una exhalación por las dieciocho plantas. Su jovial calidez chocó con mi impresión inicial, sin conocerme me trataba como un viejo camarada. Tuve que seguirle por aquel galimatías de salas y pasillos, mientras me narraba curiosidades artísticas y secretos históricos. No sé de arquitectura, pero sí de pasión, y ese joven estaba profundamente enamorado.
Tras el tour improvisado, llegó el momento de “las reglas”. Existen tres tipos de “reglas”: Las sencillas, las lógicas y las excéntricas. Aquí había un poco de todo:
Durante la semana, estaba prohibido que nadie entrase ni saliese del edificio. Me proporcionaban comida suficiente para un mes que podría alargar a tres si me lo proponía y suficiente agua en garrafas para llenar un embalse de mediana capacidad. Me habían habilitado una estancia con hornillo y linterna de gas, no había ni electricidad ni agua corriente. Podía explorar a mi antojo, pero por motivos de seguridad, el sótano estaba fuera de los límites.
Ahora lo excéntrico: todas las noches, y antes de la medianoche, debía estar de vuelta en mi habitación, y no debía salir bajo ningún concepto antes del amanecer.
Asentí sumiso, sin ser condescendiente. En el trabajo conviene callar, decir que sí y que el otro te deje en paz lo antes posible.
Se dirigió al fin hacia la puerta. Pero en el umbral, con la figura remarcada por el contraluz del exterior, me lanzó una última pregunta tan inédita como surrealista:
- ¿Te asustan los fantasmas?
Tuve que reírme.
-Sólo temo al hambre.

El primer día ha sido tan aburrido como insípido. Jamás imaginé que toda una semana sin televisión sea tan desquiciante, y la batería del móvil murió antes de darme cuenta. Además subestimé mi capacidad de lectura trayendo un único libro que devoré en dos horas.
Me entretuve clasificando las provisiones y antes de darme cuenta me invadió un profundo sopor, por lo que mis piernas me dirigieron ellas mismas al camastro. Al parecer no soy el único ocupante de “El Emperador”, unas ratas se divierten echando carreras entre las paredes.
Pobrecitas.
Mañana buscaré matarratas.

Los días pasan.
Mi pasatiempo es explorar el edificio. Mientras lo hago, recuerdo las lecciones de historia que narró mi empleador. Fue el primer gran hotel de la ciudad, pero la competencia terminó con el empuje de la novedad y cerró sus puertas. Acabó pasando de manos a una velocidad pasmosa, como si de un fetiche maldito se tratara. Llegó a ser biblioteca, oficinas, ministerio… Fue a parar a la Iglesia como residencia de jesuitas, abandonado en la República, arrebatado tras la guerra por un banco afín al régimen, quebrando en la Transición y vuelto a manos del Gobierno, que sin saber qué hacer con él lo fue dejando morir.
Es una crueldad. Cuantas almas cobijaron estos techos, cuantos recuerdos almacenan las paredes, para morir así, sin misericordia. Cada ladrillo, cada madera, pide ayuda.
¿Me estaré volviendo loco?

¿Cuántos días han pasado? ¿Tres, cuatro, diez, treinta? ¿Se acaba la comida, o alguien la está robando?
Las ratas. Deben ser ellas. Las oigo conspirar, todas las noches antes de dormir, me observan, murmuran. Vienen a mis sueños pidiendo sacrificios. Me enloquecen, quieren el edificio para ellas. No lo permitiré. 
¿Qué puedo hacer? No encuentro trampas.
¿El sótano? Buena idea, pero no puedo ir. Está prohibido. Aunque, si hay trampas en un sitio tiene que ser allí. Solo son las 18:37, aún queda para la medianoche. Será solo un momento.
Hice bien en traer el farol de gas. Esto es un laberinto de recovecos y tuberías, aunque sé perfectamente donde ir. En el centro, es donde están las trampas. Mataré a las ratas, todas ellas.
No lo encuentro. Me estoy poniendo nervioso. Aún tengo tiempo, solo son las 18:37. Debo regresar, antes de que se apague el farol.
¿Era a la izquierda o a la derecha? ¿Y la salida? Llevo andando una eternidad. ¿Aún son las 18:37? 
¿Se ha parado el reloj?
El farol se apaga. Estoy solo en la oscuridad. No. No estoy solo. Vienen las ratas. Y algo más. Algo grande, que murmura, susurra, y grita. Sacrificio, sacrificio… “El Emperador” exige un sacrificio.

-… Recrudeciendo el conflicto en Siria. Pasemos a noticias locales. “El Emperador”, emblema de la ciudad, pospuso su demolición al encontrarse en el vestíbulo el cuerpo de un vigilante presuntamente suicidado. La investigación posterior atrajo de vuelta la popularidad al edificio, que hoy abre de nuevo sus puertas transformado en un bloque de apartamentos turísticos. Se espera que esto atraiga capital extranjero que…
Mario Pavón
Miembro desde hace 2 años.
12 historias publicadas.

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elinsurgentecalleja
03 ago, 19:32 h
Interesante e intrigante relato compañero!!
Dan ganas de visitar "El Emperador", aunque con algo de miedo y precaución...je, je, je.
Saludos Insurgentes
Mila Clemente
05 ago, 00:13 h
Genial... Quiero que siga... 😆
Carmen Fernandez Mayoralas
07 ago, 20:07 h
Muy bien llevada. Misteriosa
Elvira.lopu
22 ago, 17:31 h
Te deja regustillo de saber más...aunque no alquilaría un apartamento allí jajaja. Muy interesante.
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