Puri Escuredo

«Cuando Sara encontró el rumbo»

989 palabras
8 minutos
46 lecturas
Historia romántica: Una luna brillante, una estrella fugaz, dos personas compartiendo confidencias en la quietud de la noche. ¿Cómo evoluciona este amor bajo la manta de estrellas?

Sara no puede dormir. Se había pasado todo el día en la playa, había comido poco y paseado mucho para acabar la tarde en el bar del puerto donde la música estaba demasiado alta. Hace un calor pegajoso y esa brisa aliviadora que suele aparecer cuando es media noche, hoy no ha querido acercarse hasta el apartamento.

Sara no puede dormir, ya lo ha intentado todo, pero son más de las tres de la madrugada y tiene los ojos como los de un búho. A ver, no es que sea muy imperioso que duerma, pensándolo bien, qué más da si está de vacaciones, pero es que para algo se ha acostado ¿no? Para dormir. Ya no queda nadie en la calle, el pueblo marinero está tranquilo, se nota que es septiembre.

Decide bajar hasta la playa en busca de sosiego, con la esperanza de que el arrullo de las olas le ayudará. Mientras se acerca, va pensando en la posibilidad de darse un baño desnuda bajo la luz de la luna. ¡Ay la luna! A ver si va a ser esa luz brillante la que la tiene desvelada.

Se sienta muy cerca del agua, mirando las lejanas luces de la otra orilla que intentan competir con las estrellas. Respira hondo ese aire marino que tanto le gusta y que tanto extraña cuando vuelve al interior. Se siente algo sola, pero hace tiempo que ha decidido no quejarse y no compadecerse de sí misma. No le lleva a ninguna parte y la hace sentirse bastante mal. Estar sola no tiene que ser necesariamente malo, es mucho mejor que estar con cualquier imbécil de tres al cuarto.

Pero se siente sola y su cuerpo siente morriña de otro cuerpo cariñoso. Cierra los ojos y piensa en los ojos negros que la estuvieron escrutando en el bar del puerto hace unas horas. Pertenecían a una cara curtida por la intemperie y el mar. Cejas pobladas y barba con alguna cana. No le importunó la mirada; más bien Sara se sintió como un mapa al que están buscando sentido. Notó más curiosidad que otra cosa. Era un hombre muy atractivo que sonrió en un par de ocasiones con alguna de las canciones y al dirigirse amablemente al camarero, pero no habló con nadie.

Sara escucha una interferencia en el ruido acompasado del mar, como un chapoteo. Abre los ojos, ¿los abre de verdad o está soñando? Aparece una barca y dentro el hombre del bar agarrado a dos remos.

—Buenas noches —le dice él con voz de barítono—, pensé que no ibas a venir.

Sara se siente desconcertada y confusa, pero no hay miedo.

—Ven anda, sube —le dice él mientras le tiende la mano izquierda—. Sería mejor salir antes de que se haga de día. Me oriento mejor con las estrellas.

Sara mira a su alrededor, no hay nadie más. La luna le deja ver claramente la situación.

—Pero, pero… ¿Estás seguro de que me vienes a buscar a mí? —le pregunta llevándose una mano al pecho mientras se levanta dubitativa.

—Claro que lo estoy y tú también lo sabes, o no estarías aquí hoy—le responde él muy seguro de sí mismo y con una sonrisa preciosa—. Las instrucciones fueron que iba a encontrar a mi sirena en la orilla del mar cuando la luna estuviese llena. Es la fecha y el lugar que me indicaron. No hay pérdida. Creo que ya lo supimos hace unas horas en el bar, pero no quise decirte nada hasta estar seguro.

«¿Sirena? Pero este hombre está majara. A ver si resulta que me he topado con uno de los muchos locos que ya me tocan por mi trabajo… Si es que tengo una puntería que ya quisiera Guillermo Tell», piensa Sara mientras mira al hombre. No puede apartar la mirada de él y, aunque su mente racional intenta razonar, su cuerpo va por libre aceptando la mano que le tiende y subiendo a la barca.

El hombre espera a que Sara se acomode en la barca y empieza a remar hacia mar abierto mientras la mira y sonríe, satisfecho y contento. Sara hace de espejo y le devuelve la sonrisa.

—Mi nombre es Jonás, aunque me da igual si me lo cambias. Ahora soy otra persona porque estás conmigo. Llevaba tiempo soñándote. He recorrido muchas millas y visitado muchas playas porque no me daban las coordenadas y era como buscar una concha en medio del océano. No fue hasta hace unos días que me dieron las instrucciones precisas para encontrarte.

—No sé de qué me estás hablando, no entiendo qué estoy haciendo aquí en medio del mar contigo. Ni siquiera hablas mi idioma. ¿Por qué entiendo las palabras y las frases si los sonidos parecen incomprensibles? ¿Por qué siento que este es el lugar en el que tengo que estar? ¿Por qué siento que este es el rumbo que debo seguir?

Sara veía las luces de ambas orillas ya muy tenues, como si las luciérnagas se alejaran para no molestar. Entonces Jonás dejó de remar y colocó la barca paralela a la borda de un barco bastante grande. Sujetó la barca mientras Sara ascendía por la escalera a cubierta. Distinguió un palo mayor y mesana con las velas arriadas. El brillo de la madera de cubierta reflejaba el de la luna.

Aquella nave sería su hogar por un tiempo indefinido. Nunca supo ni quiso contarlo. Se amaban de noche, bajo el manto de las estrellas y la luz de las lunas. Efectivamente, Jonás se orientaba mejor de noche y a Sara le gustaba estar perdida entre sus brazos, escuchando sus historias en una especie de cuento infinito de mil y una noches.

Sara cuenta esta historia con mirada soñadora a sus nietas muchas veces y ellas siempre piensan que es un cuento inventado. Esas niñas con los mismos ojos negros que Jonás y el pelo rojo de ella que ya nadaban antes de caminar.

Puri Escuredo
Nacida en Bilbao en 1970. Casi nada, tengo más de medio siglo encima, debajo y por los lados. Hija…
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16 historias publicadas.

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Raquel Rodríguez
02 ago, 04:37 h
Fantástica historia de amor, de esos amores de verano que dejan huella, inolvidables. Enhorabuena, de parte de una fan de lo romántico
Mikel M
02 ago, 08:26 h
No sé por qué me ha venido Luis Tosar a la cabeza por la descripción :)
Muy bien narrado, Puri
elinsurgentecalleja
04 ago, 01:38 h
Preciosa historia de amor y ternura!!
Saludos Insurgentes
Víctor Lázaro Cebolla
08 ago, 18:40 h
Preciosa historia bellísimamente narrada.

Enhorabuena, me ha encantado.
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