«Al final llegará el principio»

Desde la cima de aquella duna Aicha contemplaba la vasta extensión de arena.
Era un largo recorrido lo que tenía por delante, pero era su destino, ella lo sabía porque estaba escrito en las estrellas desde que nació.
Aicha era la zahorí de su tribu como antes lo fueron su madre,su abuela y todas sus antecesoras, siempre mujeres, todas sabias y especiales.
Ella además de encontrar agua con facilidad increíble , podía hablar y entender a los animales, predecir el destino de las personas estudiando las estrellas o dormir sin cerrar los ojos para tener sueños visionarios, estos eran entre otros muchos los dones que le fueron regalados al nacer.
Desde pequeña siempre estaba acompañada por espíritus, almas de sus antepasadas que no se separaban de ella y los niños de la aldea, los más pequeños sobre todo al ver pasar a Aicha caminando rodeada de seres invisibles para todos menos para ellos, sonreían y algunos las saludaban. Aicha les devolvía la sonrisa y los saludos aunque ella sabía que no era ella la destinataria de aquellos cumplidos.
Ahora con la mirada perdida en las formas caprichosas de las dunas reflexionaba sobre este nuevo mundo, un lugar inmenso y desierto, donde fueron desapareciendo las fronteras entre países, las banderas y por último las personas que se llevaron con ellas todo aquello que contaminó poco a poco a la tierra.
No recordaba cuando fue la última vez que se tropezó con personas que no pertenecieran a su tribu, gentes diferentes a ellos que pasaban por su aldea preguntando si sabían donde podían encontrar un lugar en el que se pudiera vivir.
Todos iban de paso no sabían a dónde, algunos regresaban meses después exhaustos y con la desesperación de la locura en sus rostros, convencidos que no existía un lugar en la tierra habitable, era el final de la humanidad.
Aicha los invitaba a quedarse allí, con su gente, pero nadie lo hizo, seguían caminando en busca de la muerte ya que lo que le ofrecía aquella vieja mujer no era más que alargar la agonía.
Pero Aicha tres noches atrás no cerró los ojos para poder soñar con la forma de salvar a su aldea.
Y sucedió, los " seres" que le hablaban y la guiaban le mostraron el camino que debía andar para llegar hasta el único lugar en el mundo donde el agua brotaba del suelo, desde las entrañas de la tierra y donde la vida comenzaría de nuevo para un puñado de personas que trabajarian las tierras, cultivarian y recogerían sus frutos con los que alimentarse.
Todo empezaría de nuevo y ella Aicha, era la responsable de dejar todo explicado, narrado a su pueblo, a sus descendientes para que llegará a las próximas generaciones y no se cometieran los mismos errores y sobre todo para no olvidar porque el mundo murió.
Aicha dió la vuelta y caminó sobre sus pasos, ya conocía el nuevo lugar, ahora guiaría a su gente hasta allí, al nuevo mundo.