«Amistad vengativa»

Diecisiete años. Ese era el tiempo que Mario llevaba sin saber de Hugo, su amigo de la infancia. Solo coincidieron un año, aunque fueron buenos amigos. Ahora había vuelto a su vida, pero como principal sospechoso de los asesinatos que estaban ocurriendo en el barrio. Ya eran tres los cadáveres aparecidos en medio del monte. Todos de mujeres y, dos de ellos, descuartizados y sin algún miembro.

A simple vista Hugo era un chico normal. Tenía su trabajo, su novia y nunca se había metido en líos. Pero Mario estaba convencido de que era el monstruo que estaba matando a las chicas del barrio. Ambos vivían a dos manzanas de distancia y eso hacía que Mario pudiese controlar todos los pasos de Higo.

Muy pronto podría cometerse otro asesinato ya que una chica había ido a comisaría con una nota amenazante que había recibido. Había que detener a Hugo cuanto antes y Mario, ante la negativa de sus compañeros de montar un operativo por falta de pruebas, decidió actuar por su cuenta.

Abrió una mañana la puerta de su casa dispuesto a detenerle cuando le vio apuntándole con una pistola y a otro policía esposándole.

Una vez en comisaría le enseñaron todas las pruebas que demostraban su culpabilidad. Y al registrar su casa encontraron, además de los miembros amputados, la foto de su próxima víctima: la novia de Hugo. Mario se rió a carcajadas delante de su amigo. Éste casi le pega ya que las tres víctimas habían sido sus anteriores parejas. Mario le dijo que una de esas chicas había sido también su novia y que, aunque la había querido muchísimo, prefirió matarla a que le hiciera feliz a Hugo. Al igual que las otras dos.

Hubiese hecho todo lo posible por verle entre rejas. Aunque fuera inocente.