«AMOR A PRIMERA VISTA EN LA INTIFADA»

La atmósfera dentro del transporte militar donde le han metido con las manos atadas a la espalda por unas cinchas de plástico que le muerden la carne es densa, peligrosa, aun así, el joven palestino no puede apartar los ojos de uno de los soldados, una joven, que le vigila sentada frente a él.
Y está perdidamente enamorado de ella. Sorprendido, no puede evitar reconocerlo. Cómo ha podido pasar en los escasos minutos desde que fue capturado peleando en las calles de Hebrón es algo que es incapaz de entender. El caso es que lo está, enamorado hasta la médula del odiado opresor.

Ojos azul cielo, el largo y ondulado pelo rubio cuidadosamente recogido bajo el casco, piel bronceada. Imagina, estimando su edad en los veintipocos, que pidió las prórrogas universitarias retrasando en lo posible su entrada a filas. Soltera, sin hijos y judía deduce también, pero no ultraortodoxa, puesto que así hubiera evitado los dos años de servicio militar que todas las jóvenes de Israel deben cumplir.

El sólo desea cogerle de la mano, poder sentarse con ella en un café y contarle todo lo que tienen en común, que también es universitario, que tampoco es ningún fanático yihadista, de hecho, es poco más que un agnóstico que ama a su patria y a su familia, como lo hace ella y que, como ella también, arriesga la vida por ellos luchando por que estén seguros y tengan un futuro mejor.

La idea de lo injusto de la situación, de lo injusto de todo, casi hace que se le salten las lágrimas de pena y rabia. Pese a ello el joven, que se sabe atractivo, decide arriesgar y mirando fijamente esos preciosos ojos azules, le sonríe. Ella, contra todo pronóstico, contra toda lógica, sosteniéndole la mirada, le devuelve la sonrisa.