Suena Joe Cocker en la radio. Quiero sorprenderle…”yes, yes, yes, you can leave your hat on”, ¡eso es!, ¿qué haces vestida? ¡El sombrero! Esto no se lo espera, a ver...me pongo esta batita semitransparente y el sombrero. ¡Uy!, pues suena más sexy de lo que se ve en vivo…¡fuera! Plan B: vestido ajustado: insinúa pero no exhibas. ¡Aaasí, si! Sólo queda un retoque con el secador a mis bucles…¡pof!. Vaya que oportuno, el automático. Voy al cuadro eléctrico, alumbro con mi móvil. Qué raro, están todos bien...voy a llamarlo a ver si le queda mucho por llegar y…¡Sin red! ¿Esto qué es? Bajo por la escalera a ver si mi vecina tiene red. Vivo en un adosado pared con pared, yo no me quejo de las trastadas de sus niños y ella no cuenta mis líos nocturnos...Es mi confidente favorita: igual le pido un sacacorchos para el vino que un hombro para consolarme si no sale bien la cosa. Abro la puerta y:
—¡Aaah! ¡Qué susto me has dado Gabriel!
—Acabo de tocar el timbre pero no hay luz en toda la calle...y no tengo red para llamarte, ¿subimos o ibas a algún sitio que yo no…?
—Calla bobo, iba a ver si Pili tenía red.
Cojo su mano y le hago subir despacio, pegado a mi. Una vez dentro, dos velas rojas iluminan la botella de vino blanco junto a las copas que visten la mesa. La estufa de leña arde mientras hinojo, albahaca y menta afloran emanando toda su esencia en la estancia. Sus manos deslizan suave por mi espalda mientras sirvo dos copas. Y si el mundo está a oscuras, ¿qué más da? Aquí dentro todo luce tenue y sugerente.
Por favor, vaya encerrona. Caería en la trampa cerrando la puerta por dentro.
Me ha gustado, enhorabuena.
Saludos Insurgentes