FINAL 1:
Sus ojos se cerraron y me dejé llevar por esa pasión que tanto tiempo llevaba aguardando en mi interior, esperando el momento apropiado. Una pasión transformada en miles de caricias y suspiros que recorrieron nuestro cuerpo, sin descanso, hasta alcanzar la última de nuestras terminaciones nerviosas. Durante un pequeño instante, nuestras miradas se encontraron y conectaron, tan profundamente, que, en ese mismo momento, me decidí a besarla. La besé como no lo había hecho nunca antes. Disfruté de la suavidad infinita de sus labios y del amor que nacía de ellos. Sólo entonces descubrí, en esos labios aterciopelados y en esa mirada risueña, aquello que tanto tiempo había estado deseando y con lo que siempre había soñado. Supe, también entonces, que ella y, solamente ella, iba a ser el amor de mi vida.
FINAL 2:
Sus ojos se cerraron muy lentamente hasta quedar apagados para siempre. En ese momento, todo mi cuerpo se sumió en un profundo estado de embriaguez, fruto de tanto dolor y mis lágrimas fluyeron libremente desde mi corazón malherido. Me acerqué, poco a poco, hacia su rostro, hasta encontrarme con sus labios inertes y entregué todo el amor que me quedaba en un último beso. Un último beso que me supo a mucho y, a su vez, a nada. Un último beso que me situó frente a la más cruda realidad. Ya nunca más tendría la posibilidad de regalarla mi amor. Un amor que quedaría, desde entonces y para siempre, prisionero en mi corazón.
Y tú, ¿con qué final te quedas? Personalmente me quedo con aquel beso final. Hasta llegar a aquel último que nunca se olvida, por su trascendencia y significado, habría muchos otros que, seguramente, se disfrutaron mucho más pero que no quedarán grabados, tan a fuego, como aquel de la despedida.
Muy bien descrito …como siempre.
Ganas de más compañero.
Saludos Insurgentes