Nuestro héroe, nuestro querido héroe, derrotado, humillado. Las heridas que ahora dejan un rastro de sangre, no son nada en comparación con las heridas que sufre su orgullo. Orgullo machacado, destrozado, que apenas le aporta las fuerzas necesarias para huir del combate.
Poco a poco, con gran dificultad, consigue llegar a una espesa arboleda, donde el dragón no sería capaz de verle. Ahí encuentra una cueva y nuestro héroe piensa que es tan buen sitio como cualquier otro para morir.
Tuve que dejar de escribir y levantarme para subir la calefacción. A pesar de que llevaba puesto mi pijama de lana favorito, desde alguna parte de fuera de la habitación entraba un frío horrible. Volví a sentarme al escritorio y seguí tecleando en el portátil.
Comenzó a nevar. Un pequeño copo de nieve consiguió colarse en la cueva, guiado por las corrientes de un viento que iba en aumento. Se posó sobre la mano del héroe y este lo entendió como una señal de los dioses de que su fin estaba próximo. Debía salir en su búsqueda y abrazar su destino.
Avanzó unos pasos entre la nieve, sin apenas ver nada, cojeando, tropezando con los troncos de los árboles que usaba como apoyo. Hasta que llegó a una puerta.
Espera un momento, ¿una puerta? ¿Por qué escribí esto? No tiene sentido una puerta en el medio del bosque. No, no. Tenía que cambiar esta parte.
¡Toc, toc!
¿Quién llama a estas horas? Me levanté para abrir la puerta de la habitación. Sentí que el frío se colaba por ella y al abrirla un fuerte viento me tiró al suelo. El blanco lo cubría todo. No era capaz de ver nada. Solo conseguí notar un fuerte olor a sangre, sudor y aceite mineral; que pasó por mi lado.
Cuando la vista se acostumbró a la claridad miro a mi alrededor y ya no estoy en mi habitación. Solo hay nieve y árboles por todas partes. Camino sin rumbo durante unos minutos, tiritando de frío, hasta que doy con una puerta.
La atravesé sin pensarlo y ahí estaba de nuevo mi habitación. Sentado al portátil estaba nuestro héroe. Nos miramos. ¿Cómo podía mi personaje estar sentado en mi escritorio? Luego me echó esa mirada suya. Mirada que yo había inventado, inspirado en varios personajes pícaros típicos de películas de aventuras. Sabía lo que significaba. Algo tramaba. Rápidamente se puso a teclear…
Cuando de pronto el dragón se abre camino destrozando el bosque. Desenvaino mi espada, levanto mi escudo y me lanzo al ataque.