Me llamó mi amiga Carlota por teléfono y me dijo: —¡Tía, tienes que venir a la tienda! Ha venido un tío a comprarse una zapas, ¡¡y ni te imaginas para quién trabaja!!
En 10 minutos estaba entrando en la tienda de deportes, donde curraba mi mejor amiga.
—Hola —saludé dirigiéndome, sobre todo, al chico que estaba de espaldas a mi.
—Hola tía —contestó mi amiga saliendo de detrás del mostrador. Él solo giró la cabeza y me miró.
—Mira —dijo Carlota cogiéndome del brazo y poniéndome justo delante del chico — , éste es Quiño. Quiño, ésta es Bea, mi mejor amiga.
—Hola —dije plantándole dos besos en la cara.
—Hola Bea, encantado —respondió mientras me devolvía los dos besos.
—A ver Quiño, dile a mi amiga para quién
curras, que lo va a flipar en colores.
—Ja,ja,ja… trabajo para Joaquín Sabina.
Me quedé tan paralizada que no reaccioné, hasta que Carlota me dio un empujón.
—¿¡¿JOAQUIN SABINA?!? Es una broma… — dije mirando a mi amiga con cara de incrédula.
—¡Qué no tía, que es verdad! Es técnico de sonido en la gira de Sabina y Calamaro. Quiño, díselo tú.
—Pues si. Trabajo para Joaquín. Él es el puto amo y el que me paga. Me ha dicho tú amiga que te gusta mucho. Si quieres, te puedo colar en el concierto y lo puedes ver entre bambalinas. ¿Te gustaría?
—Buah. ¡Claro que me gustaría! Pero, ¿no te dirán nada si me cuelas?
—Tranquila. Si me dicen algo, les digo que eres del coro y listo.
Y ya me ves a mí, más emocionada que una niña la noche de reyes, rodeada de altavoces, cables, micros y técnicos de luces, disfrutando a tope de mi ídolo, Joaquín Sabina entre bambalinas y dando gracias al cielo por que esa mañana a Quiño, se le rompió la suela de la zapatilla deportiva y eligió entrar en la tienda donde trabaja mi mejor amiga.