FINAL 1
La mujer permanecía en la cima del acantilado viendo como el barco se perdía en el horizonte.
Habían acordado que cuando estuviera a la altura del cementerio de los ingleses, próximo al faro de Fisterra, cogerían sus colgantes de ying y yang y se mandarían un beso; pero Marian jamás volvió a mirar los ojos azules de Mateo frente a ella, ni le volvería a coger la mano en el muelle ni en la playa de Langosteira que tanto le gustaba visitar; ni tan siquiera vería con ella la puesta de sol en aquel lugar conocido por “el fin del mundo”, pues su barco, que se dirigía a la pesca de la anchoa, se hundiría en aguas cántabras una semana después.
FINAL 2
Marian permanecía ausente y pensativa en el faro de Fisterra. Su jefe le había dado la mañana de descanso para despedirse de Mateo, su marido, que viajaba hacia el País Vasco para participar en la pesca de la anchoa.
La bocina del barco cortó el silencio de sus pensamientos. Miró hacia abajo llevándose la mano derecha hacia la boca para separarla más tarde en un beso que voló con libertad hacia su destinatario.
Serían días duros a partir de ahora- pensó-, con un hijo de seis años y otro en camino, su trabajo se multiplicaría por dos. Cada año, la historia se repetía y Mateo abandonaba la casa familiar durante la campaña de pesca, pero este, sería el último. A la vuelta y con todo el papeleo preparado, dejarían sus trabajos para sumergirse en su sueño: Un albergue de peregrinos.
El primero es triste y melancólico, me quedo con el segundo, me gustaría conocer ese albergue...
Saludos Insurgentes
Muy buenos, Mencía y con el mar mediante...