«Blanquecino»

... Su bigote tipo chevrón había envejecido, pero no sólo su bigote, su cuerpo derruido por el pasar de los años pues apenas se arrastraba, así es ya no caminaba; desposeído de toda fama apenas atisbaba las noticias. Si al parecer por fin una de sus obras sería premiada; trasegó durante casi un siglo, estaba acercándose a cumplir 97 años, gran parte de los mismos intentando convertirse en un escritor reconocido. El claxon de un automóvil no le permitió escuchar muy bien cuando dirían quien era el ganador. Se molestó y con su poco aliento soltó un par de palabrotas... —Pelotudo, chabón ¡no me has dejado escuchar!. Por fortuna la tecnología del momento permitía volver a ver los programas con tan sólo oprimir un botón; Al pensar en ello su mente volvió atrás y rejuveneció, recordó como en su edad adulta pensaba casi a diario en la muerte, también en el suicidio, sonrió y espetó— Pelotudo yo, debí haberlo hecho cuando cumplí mis 60 años antes de enfermar —siguió en silencio con su disertación. ¿Para qué llegar a esta edad reducido a las cenizas?, a veces me pregunto sobre la divinidad y esa manía de aquel que llamamos creador de extender innecesariamente este suplicio— continuó. Como pudo se incorporó y decidió plasmar estas ideas en su agenda, había perdido el control de sus esfínteres y de su esqueleto, como solía llamarle; pero por fortuna no el control de su pluma, ni tampoco su pasión por escribir. Era la noche del 13 de junio, como de costumbre antes de dormir rezó un padrenuestro y un ave maría.