Caímos en las garras y los garros del lenguaje inclusivo - Manel Artero Badenes
Manel Artero Badenes

«Caímos en las garras y los garros del lenguaje inclusivo»

804 palabras
6 minutos
84 lecturas
Reto creativo «Escribir es invitar»
😵 Imagina la aventura personal de un o una novelista que pierde la noción entre la realidad y la ficción.
Caímos en las garras del lenguaje inclusivo. Al principio se hacía extraño hablar de todos y todas, acostumbrarse a nombrar a ciudadanos y añadirle ciudadanas para que nadie se sintiera discriminado. Invertir acaso el orden para que no hubiera prioridades de género. Esto —que contravenía la norma de la RAE en cuanto a que siempre que nos referimos a un “TODOS”, basta con usar el género masculino—, fue abocándonos a estructuras cada vez más complejas. A las que nos íbamos adaptando, no cabe duda. Solo de vez en cuando se producían ciertas sutilezas que habían de ser resueltas por comités expertos y grupos de trabajo a tiempo completo financiados por las arcas públicas a través de ministerios como los de Igualdad, Idioma, Justicia lingüística e Interior. Ello no obstante, se generaba algún que otro desajuste idiomático.

Así, si se estaba en una conferencia de ciencias puras el ponente debía dirigirse a los matemáticos y a las matemáticas. Pero cuidado, había que matizar entre las Matemáticas como disciplina y matemáticas en tanto que mujeres que se dedican a ellas. Lo que llevó a generar estructuras del estilo: “La disciplina Matemática debe mucho a la matemática Pepita Pérez que hizo el trabajo sobre la matemática de fluidos…”.

O cuando se hablaba de médicos y médicas —Porque nunca se pudo resolver el problema con el archiutilizado: doctor y doctora, pues doctoras y doctores los hay en muchas más disciplinas que la médica (disciplina, no mujer que la ejerce). Por otro lado la mujer que se dedicaba a la Física exigía ser llamada física. Con las deportistas, que no generaban ese problema, lo hizo el género masculino cuyos integrantes exigían ser reconocidos como deportistos. Igual que los hombres que hasta la fecha habían ejercido de taxista, que al ver que ese era un oficio al que también accedían las mujeres pidieron ser reconocidos como taxistos. Idéntico ajuste que exigió en el gremio de transportistas cuyos integrantes masculinos pasaron a conocerse como transportistos.

Pasado un tiempo, poco, parecía que se podía manejar el problema, pero ya se sabe que toda gotera acaba inundando la casa. Así se llegó a un punto en el que muchas de ellas, renunciando a su condición de hembras, de uso tan peyorativo, exigieron ser reconocidas como machas, por más que eso ya definiera a un tipo de almeja la cual, para no interferir en el trabajo de inclusión de género, pasó a conocerse como almejo, algo en lo que tampoco terminaban de estar de acuerdo las naturalistas y los naturalistos.

Fue necesario retocar más significados. Soldada, que hasta el momento era sinónimo de sueldo, salario o estipendio, hubo de ser sacado del diccionario; lo mismo que el participio del verbo soldar que en la actualidad se conoce como “soldarado” para la no interferencia con la palabra que define a las mujeres militaras —pues no es aceptable la acepción “militares” entre ellas— y ahora que me doy cuenta, habré de mandar una carta a quien corresponda porque también interfiere en la primera, segunda y tercera persona del pretérito imperfecto de subjuntivo del verbo “militar”.

Por fin el lenguaje inclusivo llegó a los mercados y a la nomenclatura de lo que allí se vendía. Así, si quien compraba merluza era un hombre, se convirtió en habitual que pidiera merluzo, sardino, sepio o langosto; por el contrario, si la clienta era mujer se escuchaban palabras como mera, langostina, pulpa —vocablo que en la pescadería no generaba problemas polisémicos, pero un restaurante ni te cuento—. Si la compra era en una pollería la cosa no pintaba de otro modo. Así que, en función del género del cliente, las peticiones podían ser: pollo o polla, muslo o musla, pechuga o pechugo, huevas o huevos. En otros establecimientos se convirtieron en habituales vocablos como fileta de ternera, filete de ternero, lomo y loma.

Hubo quien se empecinó, y consiguió, que los libros pudieran llamarse libras, con el consabido problema con el verbo librar y con la moneda británica; que los cuadernos pudieran ser conocidos como cuadernas, lo que trajo que más de uno que esperaba una libreta, recibiera material de barco; que libreta y libreto pudieran referirse a lo mismo y que el tenor que esperaba su texto recibiera unas páginas cuadriculadas dentro de unas bonitas tapas azules.

Sí, es mucho el camino que queda por recorrer y muchos los problemas a solventar, sobre todo ahora que se añaden los transgénero y otras faunas —con lo que aparecen peticiones de palabras del estilo de langostinax, pechugox, muslax—, pero si existe voluntad y recursos, acabaremos resolviendo los problemos y los problemox y las problemas y las problemax para todas y todos y todax y todox las personas y los personos y los personox y las personax de esta país y esta paísa y de este paísx y paisioxta ndrelof gebunas lerfitel…
Manel Artero Badenes
2011 – 2013: Realicé los cursos de “Narrativa”, “Novela I” y “Novela II” en…
Miembro desde hace 3 años.

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Miquel Quetglas (Maiky Forrester)
05 sept, 18:41 h
Disculpa pero creo que no tiene nada que ver con el tema del concurso.
O quizás no lo entendí bien.
Un Saludo
Manel Artero Badenes
05 sept, 20:54 h
Hola, Maiky (nunca está de más un saludo).

La premisa es: "Imagina la aventura personal de un o una novelista que pierde la noción entre la realidad y la ficción"

En mi caso existe un escritor que empieza a elucubrar (en un mundo futuro) sobre los cambios acaecidos en el lenguaje inclusivo. Intenta enumerar las distintas adaptaciones que se han producido en el lenguaje y cómo todo ello ha ido afectando a la "palabra", la herramienta del escritor. Poco a poco se va a lejando del mundo real para entrar una ficción futura de hasta dónde se podrá llegar.

Igual tienes razón y el tema se escapa un poco del tópico y los arquetipos.
A una mala, si eres gestor de la página, puedes eliminar el relato, tampoco es tan importante.
Y si no gestionas la página, pues siento no haber escrito algo de tu agrado. No es posible agradar a todos.
Espero haberte clarificado la intención de las palabras presentadas a concurso.

Recibe un cordial saludo
JESÚS Mª PÉREZ GARCÍA
05 sept, 21:48 h
Coincidimos en el problema "metalingüístico" que planteas. Bien
Manel Artero Badenes
05 sept, 23:28 h
Hola, Jesús.
Gracias por tus palabras.
Me alegro de la coincidencia.
Lo cierto es que me dejé llevar por esa ficción a la que acabaremos desembocando.

Saludos.
Pepa Hernández
06 sept, 10:08 h
El texto está bien pero creo que le falta acercarlo más al argumento, relacionarlo con el tema porque te quedas un poco "así" cuando acaba.
La problemática que planteas muy cierta-
Un saludo
Manel Artero Badenes
06 sept, 11:15 h
Hola Pepi,

Gracias por tus palabras.

Tienes razón, el texto se aleja del argumento arquetípico y manido que la mayoría esperan encontrar.
Pero es lo que escribi y me apeteció escribir. Y lo hice del modo que consideré correcto: respetando mi estilo y mi modo de estructurar una trama que sé que se sale del canon.

La experiencia me ha enseñado que es imposible (y la mar de útil) gustar a todo el mundo. Pero la vida es lo que tiene.

Me satisface saber que compartes mi modo de pensar en lo concerniente a ciertos usos del lenguaje.

Recibe un cordial saludo.
Sa
Sabinacb
08 sept, 09:41 h
Original crítica. Me gusta
Manel Artero Badenes
08 sept, 16:53 h
Hola Sabinacb,

Gracias por tus palabras.

Recibe un cordial slaudo.
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