«Coloquios intrauterinos»

–Ya han pasado 6 meses, parece que fue ayer cuando eras solo una unión de dos células humanas– dijo Titus mientras levantaba ligeramente la oreja izquierda.

–Sí, mi fiel y felino amigo. Aún recuerdo con nitidez, cuando estaba justo alcanzando el medio milímetro, que oí una dulce voz preguntándome qué tal estaba.

–Los demás humanos, no me entienden, ¡es como si les dijese miau en vez de “Cuéntame algo”!

– ¿Por qué crees que soy el único?

Porque no has nacido todavía, pero ya eres especial. Si a estas alturas eres capaz de comunicarte con una especie que no es la tuya, vas a llegar muy lejos. Puede que seas quien descubra la cura contra el cáncer, o incluso termines con el hambre en el mundo.

¡Gracias por todo! Estoy deseando conocerte en persona. Podremos jugar con tu querido ovillo, correr por la terraza. Pero si empieza a llover, yo te taparé, que me has mencionado que el agua te da miedo.

–No tienes por qué agradecerme nada. Estamos todos muy ilusionados con tu llegada. Tu madre ha pedido por Internet juguetes para ti. Van a venir sus hermanos desde otras ciudades, solo para verte. Yo te ayudaré a adaptarte al nuevo mundo, te enseñaré que algunas cosas, en algunas ocasiones, no salen como esperabas. Sin embargo, todo tendrá su lado bueno. Eres tú quien decide hacia qué lado mirar. Mi consejo es que te quedes con la mejor parte siempre.

–¡Pero que sabio eres, Titus!– exclamé sin que pudiese ver mi primera sonrisa.