Una pluma, un cuaderno y la luz de una vela, eso es todo lo que necesito para escribir mis mejores relatos. Esos que tanto la gente venera y devora con ansiedad. Pocos imaginan que la mayoría están inspirados en la más absoluta oscuridad y silencio, porque nadie me conoce realmente, no han visto mi rostro. Seguro que todos me imaginan como un apuesto joven escritor con mucha imaginación, aunque lo cierto es que carezco de ella. Que equivocados están. Si descubrieran que todos esos cuentos de terror no son más que hechos reales, vivencias de vidas pasadas. Esa es mi desgracia, morir y vivir una y otra vez, pero sin olvidar, recordando cada minuto de mis vidas anteriores, a cuál más terrorífica.
No, no puedo dejar que el mundo me vea, he de vivir en esta eterna tiniebla, mi rostro deforme no ha de ser el objeto de las burlas o la compasión, a cuál mas inquietante.
Condenado a vagar por las noches de luna nueva, cuando la ciudad es más oscura que nunca, alimentándome de los desperdicios de la ciudad o alguna rata cruda. Para luego volver, antes de que amanezca, a la oscuridad de esa lúgubre habitación.
Aquella noche fue diferente, algo había cambiado, miré por la ventana y toda la ciudad estaba a oscuras, algo había pasado, quizás mi maldición había acabado, ahora todos habrían de vivir como yo, en la más absoluta oscuridad.
Salgo a la calle y siento que ya no soy distinto, no he de esconderme, ahora el mundo es un enorme cuarto oscuro.
Muy bueno, enhorabuena.
Saludos Insurgentes.
Saúdos!