«CUENTO DE PRIMAVERA»

6 de marzo. 
Alguien llama a la puerta:
—¡Primavera, dos semanas para el relevo!
—¡Este año no haré nada, Invierno!
13 de marzo. 
La habitación de Primavera sigue cerrada.
—¡Primavera, en una semana a escena!
—Verano, dile a los demás que no saldré.
20 de marzo.
—¿Por qué sigues ahí, Invierno?
—Primavera se retrasa, Otoño.
30 de marzo.
El invierno se ha alargado más de lo que debería. Primavera no ha vuelto al trabajo y está encerrada en su habitación. Mira, melancólica, la lluvia a través de la ventana.
—¡Primavera!
—¿Cómo has entrado, Otoño?
—No soy Otoño, soy el fantasma de las primaveras pasadas. ¡Acompáñame!
La arrastra por la ventana y retroceden a una primavera de hace millones de años. El fantasma le recuerda lo importante que ha sido siempre su reinado para el nacimiento de las nuevas especies y el rebrotar de la vida.
Sin saber cómo, vuelve a estar sola en su habitación, pero un pequeño reflejo en el espejo de su cómoda llama su atención.
—Verano, ¿qué haces ahí dentro?
—¿Quién? Yo soy el fantasma de las primaveras presentes. ¡Ven conmigo!
Y agarrándola por los hombros la transporta hacia un gran parque en el interior de una ciudad cualquiera. Las frías gotas de lluvia caen sobre su cara. La soledad más grande le invade. Todo está vacío. El fantasma le explica lo importante que es su estación para el nacimiento de nuevos amores.
De vuelta en su habitación, Primavera no se asusta al ver a un tétrico ser junto a ella.
—¿Y tu eres el fantasma de...?
—Las primaveras futuras, obviamente.
Y, dándole un leve toque en su cabeza, la transporta a la nada más absoluta. El fantasma le explica que sin primaveras todo desaparecerá.
31 de marzo.
Primavera retorna, feliz y motivada, al trabajo.