Conozco a Dentara desde la niñez. Cuando la vi la primera vez, su pelo negro brillaba como azabache al sol. Cuando la saludé por primera vez, me dio un beso húmedo en la mejilla que me hizo reír. Entonces decidí que seríamos amigas para siempre.
La semana pasada me encargaron un nuevo caso. Una muerte atroz y salvaje, a mordiscos. Lo comenté con mi amiga durante la comida, pero ella cambió rápidamente de tema, pidiendo un segundo plato.
En su momento, no le di importancia. No fue más que un detalle insignificante. Ahora recuerdo que tenía el pelo sucio, restos minúsculos de algo rojo…
Todos los días de esta semana, han aparecido nuevos cadáveres. Todos muestran el mismo modus operandi. Un primer mordisco para hacerles caer, un sinfín de mordiscos para hacerles morir.
Esta mañana, Dentara se ha plantado en la puerta de casa en silencio. Ha esperado que yo saliera para saludar. No ha intentado ocultar las manchas de sangre sobre ella. Creo que tiene algo que confesarme, pero no puede explicarlo con palabras.
Esta noche, el forense me ha enseñado el molde que ha extraído de las marcas en los cuerpos de nuestras víctimas. Son todas iguales. Cuatro caninos anchos entre dos colmillos largos. Solo conozco una boca con esa dentadura.
Yo he cepillado esa dentadura. He alimentado esa dentadura. He criado a la dueña de esa dentadura.
Cojo mi pistola. Camino hasta su caseta.
Dentara sale con la cabeza gacha porque sabe lo que voy a hacer. Y también sabe que prefiero hacerlo yo misma, antes de permitir que la sacrifique un veterinario cualquiera que no sabe nada de ella. Porque, aunque se haya convertido en una asesina, la quiero. Es mi amiga.
Los invito a leer mis cuentos, saludos a todos......https://libros.com/historias/la-superacion-de-romaso/