«Desde el primer día en que abrió un libro...»

Desde pequeña tenía claro cual sería su futuro. Siempre que iba a la escuela sentía un amor incondicional hacia los libros. Esos lomos gruesos rellenos de hojas repletas de letras. Letras con vida. 

Cuando abría un libro se sumergía en su mundo e imaginaba hasta cansarse. Esa sensación de euforia que solo sentía cuando, ya en su adolescencia, en sus ratos libres leía todo tipo de historias con tal de transportarse hacia el maravilloso mundo de la lectura. Diferentes escenarios, personajes, historias, emociones y acontecimientos que la permitían escapar de la realidad.

Un día decidió preguntarse como se sentirían las personas que creaban esas obras de arte. Solo alguien con una mente maravillosa era capaz de plasmar todo lo que pasaba por su cabeza en un puñado de hojas.

Y lo intentó.

Se sentó frente un bolígrafo y un cuaderno y pensó. Imaginó, fantaseó y escribió. Entregó toda su ilusión a unas cuantas palabras. Pasaron las semanas y siempre que podía continuaba con la historia.

Pocos creían en ella. La gente jamás pensó que ella podía superar los límites. Aún así, se esforzó y dio lo mejor que tenía para terminar su historia.

Una vez finalizada, anunció la noticia a las pocas personas que tenía alrededor. Una amiga suya fue la primera en leerlo y se quedó sin palabras. Ella la recomendó que contactara con alguien que la ayudara a conseguir que su libro saliera a la luz.

Y lo hizo.

Llamó a varias editoriales, hasta que una aceptó leer su obra. Esperó semanas ansiosa una noticia de la editorial y cuando volvieron a contactar con ella, se le saltaron las lágrimas con la noticia. Su vida cambiaría desde ese momento.

Publicarían su historia en papel y todo el mundo podría disfrutar de aquel libro tan maravilloso.

Después de varios meses, su primera obra ya había recorrido varios países. Tan emocionada por haber conseguido que sus palabras lograrán tantas cosas, decidió hablar con su editorial. Ellos la informaron de que su obra estaba siendo una de las mejores a nivel internacional y que iría subiendo hasta llegar al éxito.

Y lo consiguió.

La costó, pero consiguió cumplir su sueño: ser parte de ese grupo de mentes maravillosa que podían cambiar el mundo con tan solo letras.

Porque desde el primer día en que abrió un libro supo que ese sería su destino.