Destellos dorados - N. de la Flor Ruiz
N. de la Flor Ruiz

«Destellos dorados»

499 palabras
4 minutos
23 lecturas
Reescribe, con tu estilo e imaginación, alguna peripecia del principito.

Después de sobrevolar las pirámides de Giza, el motor de la avioneta de Pierre empezó a echar humo y perder altura, lo cual le obligó a aterrizar en pleno desierto. Algo aturdido, empezó a caminar solamente con la ayuda de un mapa y una brújula, pero estaba desorientado. El sol le hacía sudar profusamente y su cantimplora estaba casi vacía. Su cabeza ardía, así que se ató una bufanda de lino a modo de turbante.

Estuvo andando durante horas bajo aquel infierno. No sabía dónde se encontraba y empezó a perder la esperanza de ser rescatado. Pero cuando el sol empezó a ponerse, a lo lejos, se formó ante sus ojos una silueta humana y sin dudarlo, fue hacia ella. Pierre había estado leyendo El Principito que su amigo Antoine le había regalado, y debido a la deshidratación y al cansancio, creyó que aquella silueta era la del niño protagonista de dicha historia. Pero resultó ser una joven arqueóloga de nombre Élise, que estaba trabajando en una excavación cerca de allí. Al tenerla cerca, los destellos dorados de su pelo corto y rubio además de su belleza, le encandilaron.
Pierre, aturdido por el golpe y la calurosa travesía por las dunas, empezó a hablar a Élise de sus aventuras y de sus sueños de dar la vuelta al mundo sin escalas en su avioneta. Claramente deliraba, pero la mujer no dudó en ayudarle llevándole al campamento donde otras cinco personas aguardaban. Le dieron agua, comida y un un colchón donde descansar y recuperarse. Pierre, agradecido, empezó a hablarles de sus andanzas como experimentado piloto.
Élise se quedaba absorta con la pasión que transmitía Pierre al hablar. Eran muy parecidos, pues ambos amaban hacer lo que hacían. Él, descubrir lugares volando, y ella excavando. En un momento dado, sus miradas se cruzaron y saltó un chispazo que sólo ellos notaron.
Al día siguiente Pierre y Éloise se dirigieron hacia el avión accidentado, pero no podrían arreglarlo hasta pasada una semana. Durante todo aquel tiempo, Pierre y Élise estuvieron la mayor parte del tiempo juntos, contándose sus vidas y sus anhelos. 

Cuando finalmente Pierre pudo irse, empezaron a escribirse cartas y ocasionalmente, también hablar por teléfono. Mientras Pierre iba volando y explorando el mundo, Élise se enfocó en su trabajo como arqueóloga. Él solía bromear con ella llamándola su Petite Princesse, por haberla confundido con el niño rubio al conocerse, con lo que se quedó con ese cariñoso sobrenombre.

Tras un año, cansado ya de volar por todo el mundo, Pierre dejó su vida nómada para casarse con Élise en una boda íntima y llena emoción.

El tiempo pasó y formaron una bonita familia. Tuvieron tres preciosos hijos, Mireille, Juliette y Roland que, les dieron siete nietos. Incluso llegaron a conocer a dos biznietos antes de dejar este mundo terrenal a principios del presente siglo, con tan sólo cinco meses de diferencia. 

Y así fue como los destellos dorados del cabello de Élise dio pie a su eterna historia de amor.
N. de la Flor Ruiz
https://conzetadezombi.blogspot.com/ N. de la Flor Ruiz, Lérida 1975. Libra con ascendente…
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elinsurgentecalleja
23 mar, 09:38 h
Preciosa historia de amor, fácil de leer, con originalidad y de una magnífica narración.
Saludos Insurgentes
N. de la Flor Ruiz
23 mar, 11:37 h
Gracias como siempre, compañero 🌻
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