Y cuando veían a uno disfrazado así, desaparecía entre la turba. Así seis, siete, diez veces de persecuciones infructuosas.
¿Por qué se negaba al amor? Se preguntaban furiosos y decididos a atrapar un disfraz como el suyo y volver al encantador callejón.
Por suerte par, ambos vieron como frente a sí, sus disfraces contrarios descansaban en un banco, vomitando su juerga y aprovecharon para él vestirse de ninfa y ella de médico. La fortuna invertida puede ser beneficiosa.
Corrieron tanto como pudieron hasta el callejón y entraron despacio, muy nerviosos. Cada uno vio al otro lado aquella figura con el disfraz cambiado y cuando deslumbraban sus ojos, corrieron y se pararon delante el uno del otro.
-Oh Viridis de mis amores...
Sonrisas ciegas descubrieron los nombres que las máscaras ocultaban y las miradas desnudaron.
- Yo soy Alessandra y quisiera conocerte
Saludos Insurgentes