«Don Quijote 2021»

La respiración se hace cada vez más profunda, más cavernosa, más agitada. El alma, la vida, los recuerdos quieren salir para siempre pero están atrapados en este cuerpo que agoniza. Aún les queda un último suspiro.

La muerte viene despacio. Ya solo soy una masa uniforme que se agita desesperada arriba y abajo suplicando vivir un segundo más. Un estertor, dos, tres. ¿Será éste el final? Mis ojos ya se han cerrado para siempre. Los oídos todavía funcionan. Y la conciencia.

- "Vamos, piensa, piensa" , me animo a mí mismo. ¿Quién hay al otro lado? No se escucha ninguna voz conocida. No puede ser. Por esta puta pandemia no ha venido nadie.

Viví, amé y perdí como Don Quijote. Me estampé contra los molinos de viento de la mediocridad y de la indiferencia. Con envidiosos encantamientos de mis rivales se me escapaba siempre la victoria en cualquier concurso al que me presentara y así acabé dejándome llevar... Por los sinsabores, por la realidad más cruda... Todos pudieron conmigo. Me vencieron. Y de loco, como andaba, por amar a fuego lento y escribirle a los cuatro vientos, finalmente, me volví cuerdo y dejé tantos y tan dichosos versos... Muertos, olvidados para siempre dónde ya no pudiera verlos. Y así me convertí en otro personaje gris, de un mundo gris, sin más pena ni gloria que las tristes figuras del Netflix de turno. En un niño pequeño que pedía compulsivamente en Amazon sin saber para qué. En una triste figura que dejó de soñar con tener su propia voz y que ésta llevara la misma luz que a su corazón adolescente llegaron otras.

Un estertor, dos...

¡Qué impriman todo y me entierren con ello! ¿Alguien me escucha? Así, sin algún día me encuentran, que sea aferrado como un vampiro a su víctima, igual, en otro ataúd. Quizás los lean y queden como único vestigio de esta civilización de mierda. Sí. Sería la gran venganza de la Historia: que concluyeran que en esta época se amó mucho, despacito y bien a pesar de Tinder y wasap, jajajaja. ¡¡¡Por fin triunfaría!!! jajajaja.
¡Joder! ¿Y ese fogonazo? ¡Sí! ¡Mi Dulcinea!