Shinny Upatree, viejo amigo de Papá Noel y cofundador de la Aldea, le había llamado al móvil, enviado correos electrónicos, cartas manuscritas, y telegramas. Pero no contestaba.
Wunorse Openslae, solo podía sacar lustre al trineo y cepillar, alimentar y mantener en buena forma a los renos.
Y Pepper Minstix, guardián del secreto de la localización de la Aldea, que viendo a aquellas personas, no lo había guardado demasiado bien, que digamos.
—¿Qué hacen aquí? —dijo Pepper frunciendo el ceño—. Si no son hadas, elfos, o enanos, tienen prohibida la entrada.
—A ver… —dijo el padre— siendo usted ayudante de Papá Noel, debería ser más simpático. Como abogado, sé que es legal. Se publicitan en internet...
—¿En Internet? Se confunden.
—Perdón Pepper —añadió Shinny—. Sí, mira. Nos ofrecemos como un lugar donde poder visitar a Papá Noel…
Pepper casi se desmaya pero Alabaster y Bushy le ayudaron a reponerse. Sin Papá Noel, la campaña iba a ser una hecatombe mundial. Entonces, Sugarplum les preguntó su nombre. Ellos dijeron que eran Noelia y sus papás.
—¿Noelia? ¡Te llamas como nuestro jefe!
Sugarplum hizo un corrillo con sus compañeros y tras media hora, encontraron una solución.
—Pues bien. —dijo Shinny—. ¿Qué les parece si Noelia repartiese los regalos estas navidades?
—¡Pero ella aún tiene colegio y nosotros trabajo! —dijo mamá, nerviosa.
—No se preocupen. Haremos unas llamadas con nuestro poder de persuasión —respondió Upatree.
—¡Yo quiero! Papás, por favor…
Los padres accedieron y los elfos movieron sus hilos mágicos para que Noelia o sus papás tuviesen problemas. Les vistieron de elfos, y a Noelia con un precioso vestido rojo con detalles blancos.
El día 24, todo estaba listo para la gran noche. Noelia sería la cara visible hasta que, un sonoro "Ho, Ho, Ho" se escuchó. Eran Papá y Mamá Noel llegando en un trineo tirado por seis delfines.
—¡Hola a todos! No vais a creer los problemas que hemos tenido para poder volver a casa.
—¡Estábamos a punto de salir! —dijo Shinny riendo por ver a su amigo—. Noelia, iba a hacer los honores este año.
—Ho, Ho, Ho. NOELIA. Qué bonito nombre. Ya que ambos estamos aquí… podríamos repartir los juguetes juntos.
—Síiiiii —dijo Noelia saltando sin parar.
Y así es como aquel año, Noelia y Papá Noel repartieron regalos, y esperanza a todos los niños del mundo.
Me ha encantado!
Saludos Insurgentes