Una noche, una sola noche es lo que tenía para despedirme de ella.
Las cálidas luces del bar, le daban a su piel un color dorado que le sentaba de maravilla. Como aquel pintalabios carmín que agudizaba el blanco de su sonrisa. Su ondeante cabello negro lucía más brillante que nunca.
—¿Vas a quedarte ahí plantado mirándome toda la noche? —dijo ella con una sonrisa brabucona dibujada en el rostro.
—Es lo que más me gustaría hacer el resto de mi vida.
—En ese caso…
La chica comenzó a buscar en el bolsillo de su chaqueta, de dónde sacó una fotografía en blanco y negro, que le tendió.
—Ten, para que no te olvides de mí allí.
Luché por parar el torrente de lágrimas que amenazaban con desbordarme, no quería que ella percibiera hasta qué punto estaba asustado.
—Ni todo el Vietcong, ni toda la maldita Rusia podría hacer que eso sucediera.
Me guardé la fotografía en la cazadora y traté de no mirar sus preciosos ojos verdes, que mantenían la misma batalla por no llorar que los míos.
Me levanté del asiento y le ofrecí mi mano.
—¿Baila, señorita?
Me la tomó y caminamos hacía la máquina de discos. Metí una moneda, y seleccioné nuestra canción.
La suave voz de Elvis Presley nos abrazó. Nos aislamos de todo, mientras “Can’t help falling in love” describía perfectamente mis sentimientos por ella.
—Gracias por esta última noche. Por hacerme más difícil irme, y a la vez darme la fuerza para volver.
—Vuelve… —dijo sin poder reprimir los sollozos.
Nos besamos. Rememoré ese beso y su banda sonora todas y cada una de las insoportables noches en Vietnam.
Lo estoy rememorando ahora, recién aterrizado 5 años después, delante de su puerta.
Después de todo, sigo sin poder evitar enamorarme de ella.
RING
Hay veces que no puedo evitarlo. A ser tonto, me refiero.
Holi!
Enhorabuena.
Saludos Insurgentes.