El bloqueo de las palabras:
Juan estaba sentado frente a su vieja olivetti, igual que todas las noches de las ultimas 2 semanas. Las ideas fluían en su cabeza desordenadas y por mas que las intentaba dar forma no conseguía sacar nada coherente con ellas.
La habitación estaba mal alumbrada por una lámpara de pie y por entre la persianas metálicas entraba la luz del neón del negocio de enfrente y el ruido del trafico iba formando una canción triste mientras las luces de la ciudad iban dando vueltas en su cabeza al mismo ritmo que el pobre ventilador de techo giraba.
Nada que valiera la pena había salido de la cabeza de Juan desde que Nuria monto en aquel autobús. Cada vez que cierra los ojos ve su cara y viene a su cabeza aquella ultima conversación en la estación en la que el solo supo decirla: Yo no se que quieres que te diga ya, no se que quieres que haga. Pero Nuria solo esperaba una frase, una frase que ahora parece tan simple y sencilla pero que Juan no fue capaz de decir en ese momento, una frase que podía cambiarlo todo y hacer que su realidad , ahora oscura, falta de ilusión, alegría y creatividad hubiera sido como lo era antes junto a ella. Una frase que aun teniendo tanto poder y pudiendo cambiar tanto, ahora desde la distancia no parece tan complicada pero en ese momento a Juan le suponía arrancarse el alma porque no creía tener las cosas tan claras como ahora las tiene.
Juan agito su cabeza y se levanto de la silla intentado borrar los pensamientos sobre Nuria y lo que tuvo que decir, porque el momento ya había pasado, fue al mueble-bar se sirvió un whisky y anduvo asta la cocina en busca de algo para picar, volvió a la mesa, paro el ventilador y dio un trago largo mientras observaba la hoja en blanco en la vieja maquina de escribir….¡Maldita sea! (Exclamo) no se le ocurría nada. Lo peor de todo es que ideas había pero cuando llegaba el momento de empezar a plasmarlas nada de nada y aunque le duela admitirlo el tiempo en el que Nuria vivió con el fue el mas prolífico de sus andaduras como escritor: ganó 3 concursos de relatos cortos, consiguió que le publicarán varios escritos suyos en revistas literarias y había conseguido el contrato con una editorial del cual estaba pendiente ahora la confirmación y para el que no tenia nada “decente" que presentar al editor, pero vamos que eso le daba igual, los que mas le molestaba era que había entendido que con la marcha de Nuria no solo se había ido su inspiración sino que también eso que tanto miedo tenia de entregar y que se lo destrozarán otra vez, su corazón.
Entonces Juan cogió su teléfono y empezó a buscar por la contactos: A, B , J, K, N, Nando, Nudo, ¿¡Nudo!? ¿Quién es Nudo? Olga… un momento, borré su número, seré imbécil.
Juan se deja caer sobre el respaldo de la silla y una sensación de amargura le recorre, ya ni oye el sonido del tráfico ni nota el brillo rosáceo del neón de enfrente, ahora mismo se quiere morir ¿Por qué borre su numero? A ver Juan piensa era 659 554…. ¡AAAH! No hay manera no me acuerdo.
Entonces en medio de toda su tristeza Juan vio una luz y recordó que cuando en navidad Nuria le regalo un móvil, como el no se aclaraba con el tema de la nube, copio todos los teléfonos en un cuaderno viejo que solía tener en la mesita de noche para apuntar las ideas que le surgían para relatos e historias mientras dormía. Ahora bien, ¿Dónde estaba el cuaderno? Juan, ateo de vocación, imploró a Buda, Cristo, Ala, Zeus, Odín y a todas las deidades que recordó que en un alarde de limpieza desenfrenada ni el ni Nuria hubieran tirado el cuaderno a la basura.
Tras revolver un poco por los cajones del dormitorio nada, paso al cuarto de estar y entre un tapete verde de jugar a las cartas, unos cubiletes del parchís y un domino al que le faltan mas de una pieza apareció en dichoso cuaderno.
Juan empezó a pasar páginas de manera frenética buscando las hojas donde escribió la lista de contactos: Un relato sobre la antigua Grecia, un bochornoso intento de relato erótico, varias hojas con poesías para Nuria que nunca dejo que leyera ni se las recito, una historia sobre un escritor que sufre un bloqueo por una ruptu….¡Aquí! Efectivamente el numero de Nuria es este, jope no había dado ni uno al intentar recordarle voy a llamarla.
Pero antes de hacer esa llamada Juan se acerca a la olivetti centra la hoja y por fin puede escribir aquello que tuvo que haber dicho ese día en la estación de autobuses:
NURIA, TE QUIERO, QUEDATE A MI LADO