El joven Laurence se apoyó en el borde del puente, con la mirada puesta en el río de plata bañado por la luna. Suspiró. ¿Qué debía hacer? Un hombre se detuvo junto a él. Su máscara negra era idéntica a la de Laurence, con la diferencia de que escondía la totalidad del rostro.
—Parece que tienes un dilema —dijo. El pelo canoso delataba su edad.
—Tan solo contemplo el paisaje —respondió el joven, concentrándose en los fuegos artificiales del carnaval, que convertían el río en un arcoíris líquido.
— ¿Seguro que no te estás planteando dedicarte a pintar y rechazar el trabajo que te han ofrecido en el departamento de física de Manchester?
Laurence se giró, boquiabierto.
—¿Cómo sabes eso?
El hombre se quitó la máscara y sonrió. Las facciones, la marca de nacimiento en la frente… Era como mirarse en un espejo cuarenta años en el futuro.
—Estás ante la culminación de nuestra investigación.
—¿Estoy hablando conmigo mismo? ¿Esto no generaría una paradoja? El efecto mariposa…
El Laurence del futuro resopló.
—Una visión anticuada del tema. Piensa en el tiempo como una malla infinita, repleta de nódulos y ramificaciones. Este encuentro alterará tu futuro, pero mi historia ya está escrita, no son codependientes.
—¡Es increíble! —Al joven le faltaba el aliento. —Si lo consigo, ¿por qué quieres que lo deje?
—Justo esa es la razón. Logré el mayor éxito que el camino de la física podía ofrecerme y, aun así, he sido un infeliz. Que algo se te dé bien no significa que debas hacerlo.
—¿Y la pintura me dará de comer?
Su otra versión se encogió de hombros.
—Avisaré a mil yos, espero que al menos uno alcance nuestro sueño. Puedes arriesgarte por la pequeña posibilidad de ser feliz o puedes ser infeliz con total certeza. ¿Qué eliges?
Saludos Insurgentes.
¡Enhorabuena por la victoria!
Me ha encantado el relato <3