Inmersa en aquella novela, llenaba de vacías palabras las últimas líneas del papel. Mientras intentaba centrarse en como describir el final de aquella romántica pero tormentosa historia de amor sintió como sus manos se posaban sobre sus hombros masajeando dulcemente su cuello. El aliento del protagonista acariciaba su nuca mientras el abrasador aire del mar atravesaba las finas cortinas de la habitación del hotel. Los rayos del sol penetraban a través de las lamas de las ventanas dejando ver suspendidas las motas de polvo de la anticuada estancia mientras el sonido de las olas chocando con las rocas hacía de música de fondo.
Sus dedos seguían tecleando aquella vieja máquina de escribir y un escalofrío le recorrió la espalda mientras él la giraba sobre la usada silla. Se sentó sobre ella mientras le iba desabrochando la vaporosa camisa que llevaba dejando ver su delicado cuerpo de mujer joven. Ella se sintió arrastrada por sus sutiles dedos que buscaban el juego sobre su piel y lo empujo hacia la cama. Se retiró su larga melena a un lado mientras le besaba su pecho ya maduro por el paso del tiempo. El volvió a ponerse sobre ella mordisqueando sus pequeños pezones en busca del placer que la llevase hasta el orgasmo.
Atrapados el uno con el otro, mientras ella lo rodeaba con sus jóvenes y tersas piernas el simplemente apretaba sus nalgas fuertemente dejándose llevar por la magia de la imaginación de las palabras.
Mientras, sobre el desgastado escritorio permanecía la vieja máquina de escribir, quieta, silenciosa, sin mediar palabra, escuchando los gemidos de una historia inventada que había atrapado a su protagonista y a la escritora al más oscuro de sus deseos.