EL DÍA QUE PERDÍ EL NORTE BUSCANDO UN BEST SELLER
Como iba a saber yo que el precio de mi novela antes de escribirla, como iba a saber yo que el vivirte se iba convertir en un sinvivir o como iba a averiguar el precio de la autenticidad si nunca había perdido la cabeza, por ti, por nosotros y por un escrito que me costaría más que un dolor de cabeza y algunos en el corazón.
Me remonto a principios de marzo, donde no me encontraba, donde no estaba y donde sin saberlo, estaba más en paz que en ningún momento de los tantos que iba a vivir a partir de el día que decidí que de mi bloqueo como escritora saldría algo único, tan único que me destruyó.
Aún hacía un poco de frio, pero podrías encontrar días lleno de mucho sol, que hacían que fueran días de cervezas, risas y bares. Uno de esos días correspondiente a la primavera conocí a la persona que haría que mis dedos escribieran solos, de mi novela un Best seller y de mi vida una tortura.
Para variar, cuando me tomo un par de cerveza empiezo a tener poca vergüenza y muchas ganas de hablar, pues en uno de esos días, me llegó un mensaje de WhatsApp donde uno de mis vecinos del barrio me invitaba a su cumple, y porque no ir si no teníamos mejor plan. Solo fue entrar por la puerta y sentir que algo estaba a punto de cambiar en mi vida. Y es que, estaba pasando por uno de esos momentos personales donde nada te inspira, y piensas en que poder escribir, pero no te convence nada, de esos que te frustran la cabeza y te estremecen el alma.
El sol se había marchado dejando uno de los atardeceres coloridos de Madrid, yo estaba bastante animada, hacía fresco, pero no me importaba, ese día solo quería pasarlo bien y reír mucho.
Al cruzar la puerta me miraste, te miré y seguí para adelante, no presto mucha atención a los chicos y menos a ese tipo de chicos tan guapos, perfectos e ideales. Mi cabeza directamente los mete en la bolsa negra de creídos, mujeriegos y arrogantes. Y es que, quizás ese día no me equivoqué y si los siguientes.
Salí con mi amiga a fumarme un piti, y apareciste, en ese momento no tenía ni idea de quien eras y de lo que ibas a provocar que yo fuera. La verdad que tras un rato hablando contigo fui sacándote del saco e incluyéndote mentalmente en el de personas “normales, interesantes que conocer”. Tras un par de horas de intensas conversaciones, concluiste con una frase que perforó mis odios durante días, conmocionó mi cabeza durante horas e inspiro a mi mente a elegir el tema de la novela que estaba buscando, “tengo una relación de poliamor con mi pareja”.
Ese momento supe que era el tema que buscaba y la oportunidad que necesitaba vivir para comprender como funcionaba. Era un tema que cada vez escuchaba más entre mi generación, que invadía las redes y sonaba alto.
Días después del encuentro nos escribimos y quedamos para tomar algo, a partir de ahí todo cambio. Si las conexiones existen se tiene que parecer mucho a lo que conseguimos tener en solo una cita.
Fue un mes de continuo aprendizaje, que conforme avanzaba los días yo conocía más sobre el tema, pero también sobre ti y sin darme cuenta tras apuntes y apuntes pase a ser más presa de la historia que ellos presos de mi como escritora.
Me convertí en una más de la relación llegando un momento donde no sabía o no podía parar, donde quedar contigo dejó de ser por trabajo y se convirtió en placer.
Pasé de tener un bloqueo como escritora a estar bloqueada entre tus brazos, al no poder salir y al no quererlo tampoco. No sabía donde estaba el norte o el sur, lo bueno o lo malo, la realidad o la ficción. Solo estaba con el corazón lleno, la tinta de mis dedos confundidas, la mente hecha un lio y la vida vuelta abajo.
Pasé de querer escribir una novela sobre la libertad en el amor, a ser una presa de eso mismo, porque ya no era libre de ti, ya no sabía que escribir porque no era parcial, solo eras tú dentro de mi y una novela que no se podía escribir, porque era la protagonista perdida ante una historia poco objetiva, muy subjetiva.
