En ese momento escribía una novela policíaca y quería que mi protagonista recibiera un encargo de unos mafiosos, pero no se me ocurría una forma distinta de hacerlo, así que cerré mi portátil y me levanté del escritorio.
Me dirigí a la cocina para comer algo antes de acostarme. Al pasar junto a la puerta lo vi, un papel en el suelo.
«¡Qué raro!» pensé mientras lo recogía.
Era un sobre cerrado, le dí la vuelta, no había dirección, solo un símbolo en la esquina con tres círculos, como los aros olímpicos, pero en vez de cinco eran tres círculos.
Pensé en tirarlo, pero podría ser alguna nota de algún vecino.
Continué hacia la cocina y lo dejé sobre la mesita delante de la tele. Tengo una cocina americana, comunicada con la salita y me gusta comer en el sofá, viendo la tele.
Me hice un sándwich y me senté a comerlo. Mientras mordía el sándwich abrí aquella extraña carta, saqué el papel y lo desdoble.
Estaba escrito en mayúsculas.
MISIÓN: VOLAR EL HOTEL “SOL DORADO”.
TIEMPO: HOY A LAS 04:23
No había nada más escrito, ni detrás ni delante.
«¿Qué raro?» pensé mientras mordía mi sándwich de nuevo. «¿Será una broma? ¿O debería preocuparme?»
Decidí llamar a la policía, tomaron nota y me dijeron que no me preocupara, que lo comprobarían, así que me sentí más aliviado y deje la carta sobre los otros papeles para reciclar.
Me fui a la cama, pero esa noche dormí muy mal. Estaba inquieto, me desperté a las dos y cuarto, me levanté, me senté delante del portátil y lo encendía para seguir escribiendo mi novela.
Leí la a última frase
… dejé la carta sobre los otros papeles para reciclar y me fui a la cama …
—¿Cómo? —Me pregunté a mi mismo en voz alta. No podía creerlo—. ¡No puede ser!
Fui a la cocina, allí estaba el montón de papel, pero ni rastro de la carta. ¿Lo había soñado?
Lo pensé detenidamente.
—Claro —me dije—. Lo escribí y he seguido con el argumento en el sueño. Es eso.
Decidí escribir un rato más, pero veinte minutos más tarde el cansancio y el sueño me vencieron.
Me desperté tarde después de la experiencia extraña de la noche anterior, y me preparé el café. Cogí unas galletas y me senté en el sofá, para desayunar viendo la tele, como hacía siempre.
Cogí el mando de la tele y la encendí para ver las noticias.
Al dejar el mando sobre la mesita, la vi. La carta estaba allí.
La observé detenidamente, era la misma, con aquel símbolo de los tres aros, pero, estaba cerrada.
La abrí, el mensaje no era el mismo.
De nuevo en mayúsculas.
BUEN TRABAJO.
SUS TREINTA MILLONES YA HAN SIDO TRANSFERIDOS.
Un escalofrío recorrió mi columna.
«No puede ser» Busqué mi teléfono móvil, necesitaba ver la cuenta del banco.
Allí estaba, ¡una transferencia millonaria!
Unos golpes me sobresaltaron, alguien aporreaba la puerta.
—Policía, ¡abran!