Dos días después de recibir la noticia mi mente sigue en blanco, se niega a volver a conectar con la realidad, no quiere entender, solo quiere estar desconectada de todo.
Siempre escuchas que cuando la muerte se lleva a alguien que te importa te hace cambiar la forma de verlo todo, te hace cambiar la forma de vivir. Vivir, que palabra más bonita y que poca importancia le damos.
Me vienen imágenes borrosas a mi mente, en forma de flashbacks, de cuando me enseñaste a leer antes de entrar a primaria, y lo feliz que te hacía comentar con la familia que me sabía cuentos de memoria con tan sólo cuatro años. Qué importante es sentirse respetado y valorado de esa manera.
De cómo años más tarde me decías lo bien que tocaba el piano, cuando todos sabíamos que no era así, y que era terrible estar a mi lado mientras lo hacía. Qué importante es que alguien te motive porque cree en ti y sabe que puedes conseguirlo. No puedo estar más agradecido.
Cuando mi forma de sentir era motivo de burlas en el colegio y tú me decías que los que se equivocaban eran ellos, que siempre llevara la cabeza bien alta y me guiara por lo que mi corazón sintiera. Sin duda éste fue otro de tus grandes consejos, que siempre fuese el corazón quien me guiara.
Ahora miro la foto que hay sobre el aparador, en la que se ve cómo me enseñabas a dar los primeros pasos, y pienso en lo importante que es tener a alguien que te mantenga cuando puedas caer. Que tengas la seguridad que te mantienen mientras aprendes.
Me dejas un vacío enorme, pero a la vez me has hecho estar completo. Me faltó decirte mil veces más: te quiero papá.
Mis congratulaciones.
Qué importante es dar más relevancia a las cosas que más queremos.
Un te quiero a tiempo es una sonrisa eterna.
Enhorabuena.
Saludos Insurgentes.