Era la segunda vez que Belén me acompañaba a una de mis celebraciones favoritas: los carnavales. Se había convertido en mi confidente y mi amante en una época realmente complicada para mí. Pero apareció y todo cambió con ella. O eso creía.
Las tardes de carnaval en este ciudad siempre me habían conquistado. Vestidos con trajes de época uno puede seducir, bailar y conversar con gente que se esconde tras las máscaras. Fue a orillas del lago Annecy cuando me encontré con un amigo que hacía años que no veía. Pero no venía solo. Yo conocía a su acompañante enmascarado. Y él me conocía a mí. Con toda la educación que me fue posible y con la excusa de ir al baño, desparecí. Pero Adrián me siguió hasta la cafetería en la que me había metido.
-¿No me vas a decir nada?
- Estás muerto para mí.
- Creo que necesitas una explicación.
- ¿Después de 11 años crees que es necesaria?
- No fue tan sencillo.
Intenté salir por la puerta pero él me detuvo.
- Mi padre nos descubrió.
Me paralicé, pero algo dentro de mí me decía que debía seguir escuchándole.
- Jamás te hubiera abandonado, pero mi padre se enteró de todo y como su vergüenza era mayor que su amor por mí se inventó que yo había dejado embarazada a mi prima.
Quise volver a marcharme pero una de sus manos me lo impidió.
- Te juro que nunca pasó por mi mente abandonarte hasta que se hizo público un embarazo que no me correspondía a mí y del que me tuve que hacer cargo.
No me salían las palabras. ¿Era verdad lo que me estaba contando o solamente era una excusa? Tenía que salir en busca de Belén. Seguramente estaba preocupada.
¡Pero no pude!
Saludos Insurgentes