Sigo el movimiento del dedo de izquierda a derecha, de izquierda a derecha… de izquierda… a derecha. Izquierda… humo tan denso y negro que no puedo ver que hay detrás. Derecha… gente gritando y corriendo. Izquierda… calor, mucho calor, me quema por dentro. Derecha… veo unas escaleras, la gente se marcha.
Todo va a cámara lenta. Hay parpadeos, las luces fallan. Hojas volando, trozos de pared, cristal, madera… por todas partes. Es un caos. Pero no puedo moverme.
Estoy frente a una puerta, completamente destrozada, pero puedo ver a través de ella. Me grita desde el otro lado, me pide ayuda, llora. Es cuando reacciono e intento mover los escombros pero no hay manera. Me hago mil cortes pero nada se mueve, es como si el edificio entero se estuviera sujetando justo en ese punto. El humo se acerca, me quema los ojos y los pulmones. La miro una vez más, tose, le digo que la quiero, no se si me puede escuchar y entonces…
- Tranquilo, llora, forma parte del proceso.
- No hice nada para salvarla. ¡Hui!
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Sigo el movimiento del dedo de izquierda a derecha, de izquierda a derecha… de izquierda… a derecha. La puedo ver a través de la puerta destrozada. Puedo notar el peso del edificio sobre mi cabeza. Puedo escuchar sus crujidos, como si fuera un animal rugiendo y enseñándome los dientes, advirtiéndome del peligro. Intento otra vez mover los escombros, no puedo hacer nada, el humo me quema, se acaba el tiempo.
- Piensa. ¿Qué te diría ella en ese momento si pudiese?
Intento pensar pero no soy capaz. Sigo empujando los escombros con todas mis fuerzas, los golpeo, les doy patadas… les gritó. Entonces ella aparece a mi lado y me dice:
- Sálvate. Esto no es tu culpa.