El Principito, ya de vuelta en el Asteroide B-612, leyó su propio final y como niño que era, supo entonces que había conseguido lo que se había propuesto con aquella marcha por el universo. Con una media sonrisa, más para sí mismo que para su audiencia privada en forma de rosa, volcanes y baobabs, se dio cuenta de que tras esta aventura, había llegado a un punto del que no habría retorno posible, pues solo había un camino que seguir. El tiempo se le echaba encima e inevitablemente se convertiría en adulto. En un momento saldría de nuevo de su pequeño Asteroide B-612, pero esta vez, sin poder volver a él. Estaba creciendo, se hacía mayor y ese era un viaje inevitable y sin retorno. Aprovechando de nuevo la migración de pájaros, emprendería un último trayecto hacia otro universo y dejaría atrás, para siempre, su mundo.
Elige la opción que más desees para el niño:
Opción 1: El Principito es adulto y como casi todos los adultos, ha olvidado la sencillez y la claridad con la que veía las cosas siendo un niño. La integridad, la amistad y la disciplina, que tan simple y llanamente aprendió, quedaron atrás y están olvidadas. Tiene que seguir haciéndose cargo de sus tres volcanes (uno inactivo), de los baobabs y de su rosa. Pero ahora además hay hiedras trepadoras, zorros y otros animales, más flores y algún que otro cardo. La vida es complicada y no hay tiempo.
Opción 2: El Principito ya es mayor, pero recuerda la inocencia infantil con la que aprendió valores tan importantes como la honradez, el cariño y la obediencia. No ha podido olvidar esa tierna infancia que le marcó en su camino hacia la madurez. En su segundo viaje visitó otros asteroides y planetas, donde aprendió a apreciar las cosas, el valor de la palabra y la importancia del amor y la amistad. También conoció a otros pequeños niños y niñas que, como él, estaban creciendo. Ya no se sintió solo nunca más.
Tengo en mi casa una Principita, que vive en un pequeño planeta llamado Mi Habitación. Ella es inmensamente feliz en su inocencia infantil. El tiempo va despacio en su universo, en el que las cosas además son sencillas y no hay grandes preocupaciones. Me he fijado que, poco a poco, deja de lado su pequeño mundo y se aventura en el nuestro, donde va aprendiendo la realidad de las situaciones. Además, tiene que hacer frente a otros seres y a lo que estos le aportan.
Cuando yo me leí El Principito elegí la Opción 2.
Además me siento identificado como la última parte del relato, yo también tengo en mi casa un pequeño ser que empieza a enfrentarse a la vida.
Saludos Insurgentes