El principito vivía feliz en su pequeño planeta con su rosa y sus volcanes. Un día, mientras observaba el cielo nocturno, vio una estrella fugaz y se le ocurrió pedir un deseo: tener un amigo o una amiga con quien compartir sus aventuras.
Al día siguiente, se sorprendió al ver que había aterrizado en su planeta una nave espacial muy extraña. De ella salió una niña de cabello rojo y ojos verdes que llevaba un traje de astronauta y una mochila llena de libros.
- Hola, me llamo Lila y vengo de la Tierra. Viajo por el espacio aprendiendo sobre los diferentes planetas y sus habitantes. Tú. ¿Cómo te llamas?.
- Yo soy el principito. Vivo en este planeta con mi rosa y mis volcanes. ¿Qué son esos libros que llevas?
- Son mis guías de viaje. En ellos hay información sobre los planetas que he visitado y los que me quedan por visitar. ¿Te gustaría verlos?
- Sí, me encantaría - dijo el principito con curiosidad.
Así comenzó la amistad entre el principito y Lila. Ella le mostró sus libros y le contó historias sobre los lugares que había conocido. Él le presentó a su rosa y le enseñó a cuidar de sus volcanes.
Juntos exploraron el pequeño planeta y descubrieron sus secretos.
Un día, Lila le propuso al principito que la acompañara en su viaje por el espacio.
- Hay tantos planetas maravillosos que me gustaría que vieras. Podríamos conocer a otros seres como nosotros y aprender de ellos.
- Me gustaría mucho ir contigo - dijo el principito - - Pero no puedo dejar sola a mi rosa. Ella es muy delicada y necesita de mi atención.
- No te preocupes - dijo Lila -. Podemos llevarla con nosotros en la nave espacial. Hay un jardín donde podrá estar cómoda y segura.
- ¿De verdad? - preguntó el principito ilusionado.
- Claro - afirmó Lila -. Ven, te lo enseñaré.
Lila llevó al principito a su nave espacial y le mostró el jardín donde había plantas de todos los colores y formas. El principito quedó fascinado por su belleza.
- Aquí podrá vivir tu rosa - dijo Lila -. Y si quieres, también puedes traer algunos de tus volcanes para que no te extrañen.
- Gracias, Lila - respondió el principito emocionado -. Eres muy generosa y amable.
El principito fue a buscar a su rosa y la trasplantó con cuidado al jardín de la nave espacial. Cogió algunos de sus volcanes más pequeños y los colocó en unos recipientes especiales. Después se despidió de su planeta con nostalgia pero también con alegría por la nueva aventura que iba a emprender junto a su nueva amiga.
Lila arrancó los motores de la nave y se dirigió hacia el cielo estrellado. El principito se asomó por una ventana y vio cómo su planeta se hacía cada vez más pequeño hasta desaparecer entre las luces del universo.
- ¿A dónde vamos ahora? - preguntó el principito.
- A donde tú quieras - respondió Lila sonriendo.
Y así fue como el principito y Lila iniciaron un maravilloso viaje por el espacio, lleno de sorpresas, aprendizajes y diversión.
La ilustración es preciosa
Saludos Insurgentes