Me quedé sentado en la taza del váter, mirando el suelo, sin ver la alfombrilla ni las baldosas. Sin ver nada y escuchando todo. El goteo rítmico de un grifo que no era mío sonaba desacompasado con el tictac del reloj de pared de mi salón, con el del despertador del dormitorio, con el del reloj de mi muñeca. Y, sin embargo, hacía mucho tiempo que mi tiempo se había acabado.
Fin 1
Sentado en la taza del váter, y, mientras mis piernas se dormían, mi mente se iba desperezando. Una sonrisa apareció en mi cara y el goteo de un grifo que no era mío, el tictac del reloj de pared de mi salón, el del despertador del dormitorio y el del reloj de mi muñeca, todos ellos, acompañaban al movimiento de mi cabeza, que asentía convencida de que todo iba a salir bien. El tiempo estaba a mi favor.
Fin 2
Me quedo con el segundo.
Saludos Insurgentes
Muy sugestivo, Diego.