«ELLA…»
Sé que estoy pasando por un mal momento, quien no ha tenido esta sensación al menos una vez en su vida, pero ya es mucho incluso para mi.
Ya no soy el mismo que hace diez años, que era capaz de escribir 10 páginas mientras me preparaba un café.
El papel sigue en blanco, no puedo unir más de dos palabras que tengan sentido alguno. Esto es desesperante. Que se haya marchado, ELLA… el amor de mi vida me ha dejado vacío: vacío de alma, vacío de inspiración. Esa que venía a mi sin necesidad de buscarla, la que se mantenía en mi día a día.
Ya ha pasado tiempo desde aquello; días, meses… pero duele igual que el primer dia.
Yo, que siempre me he considerado una persona fuerte, creativa ahora tengo que recordar como se coge un bolígrafo.
Mi editor me presiona, lo entiendo, pero estoy vacío, no puedo más, ya sé me ha olvidado escribir, ya no siento nada.
Tengo que inspirarme, esto se esta volviendo agónico, abro las ventanas con la esperanza de que la brisa que corre por el balcón a estas alturas del otoño, pueda traerme de vuelta los versos más bellos jamás escritos. Respiro profundo, hoy está siendo un día complicado, otro whisky más…ya que más da…ya no tengo nada que perder. Nada que ya importe.
Recojo de la estantería mi primer libro publicado, que recuerdos: apenas necesite unos meses para escribirlo, tenía mucho que contar, mucho.
Las palabras salían solas como un soplo de aire fresco.
¿La diferencia? Que ahí estaba ella. Con su eterna sonrisa, acariciándome el mechón que caía tras mi oreja y dándome un dulce beso deseándome las buenas noches, haciéndome prometer que me dormiría pronto y yo sin saber que aquella noche sería la ultima a su lado, que la sentiría cerca.
Al día siguiente sin más se marchó, aún intento entender el motivo. Una simple nota: “ Necesito volar” y así, todo acabo.
Intenté encontrarme a mi mismo fuera de aquella casa, pensé que alejándome de aquella casa sería mi mejor opción.
Vuelvo a asomarme a aquel balcón, con mi cuaderno en la mano, algo desgastado por el paso de los años, pero sigue siendo mi tesoro, un regalo de ELLA, si de ELLA.
Acaricio la portada en tono marfil donde aún se puede leer su inscripción: “ Enséñale al mundo todo lo que tienes que contar, escribe con el alma. Te quiero”.
De nuevo notó la lágrima caer, ahí está de nuevo, tengo que hacerlo por ella.
En la primeras páginas sólo hay tachones y mil ideas sin colocar, avanzo y todo se vuelve oscuro: ira y más ira, mis sentimientos plasmados en papel.
Sé que puedo hacerlo, sé que está a mi lado.
Arrancó la página con desespero: “ Todo comenzó aquel día de verano…” ¡No, no está bien! Otra hoja olvidada en la basura, necesito otro whisky ya que más da, la resaca va a ser grande pero ya no importa.
Vuelvo a respirar profundo llenando los pulmones de aire nuevo. Necesito caminar, eso siempre me ha ayudado a despejar las ideas.
Esto es precioso, este parador en Sigüenza me parece idílico para ambientar mi historia a través de su naturaleza y rincones con encanto, tocó mi bolsillo recordando que aún llevo su foto encima.
Vuelvo a mi página en blanco y escribo sobre ella la belleza que tengo frente a mi: mariposas con colores llamativos, el pequeño riachuelo que pasa detrás de mi…
Sin apenas darme cuenta, las palabras comienzan a fluir desde mi interior, me vuelvo a sentir liberado, me vuelvo a sentir yo…
Esto es magia, mi editor se pondrá contento y yo feliz.
Se que ELLA ya no está en mi vida, por decisión propia. Pero, aparte de sus maletas, se ha llevado mi alma.
Se merece que cuente su historia, nuestra historia. Y sin más, aquí estoy contando todo el amor que nos unió, como el destino hizo que nuestras almas se unieran. He aprendido a vivir con ello y a asumir que ya no está a mi lado.
Y tiempo después aquí estoy, esperando con impaciencia mi premio por mi último libro “ELLA” entre aplausos y vítores.
He vuelto a recordar porque me gusta escribir, porque me hace sentir glorioso y
Y todo gracias a “ELLA”…
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El único punto a tratar serían los acentos y los signos de puntuación, por lo demás, sigue así.