Prometía ser la fiesta del año, el evento del que todo el mundo hablaba, se celebraba una vez al año. Era la fiesta de carnaval con más prestigio de la ciudad. Famosos de toda clase, actores, cantantes y algún político se daba cita. Todos enmascarados, escondiendo sus identidades, siendo anónimos una vez al año, la mejor forma de dar rienda suelta a todos sus mas bajos instintos sin que la prensa les persiguiera. Lo que se hacia en aquella fiesta, se quedaba en la fiesta. No se sabía muy bien quien la organizaba, ni quien acudía, aunque corrían rumores de que hasta el mismísimo presidente acudía a ella.
Y como decía Mecano: “No me invitó, pero yo fui”. Me resultó mucho más fácil de lo que pensaba, después de que alguien me chivara la contraseña que te daba acceso. Mi objetivo era claro, acercarme por fin a él, después de llevar meses enviándole mensajes, dándole likes, comentando sus publicaciones, sin obtener respuesta alguna por su parte, para él soy invisible en las redes. Pero hoy por fin le podré tener cerca, podré decirle lo mucho que le amo, que le deseo.
Una máscara y una túnica negra, ese era el código de vestimenta que todo el mundo, incluso yo, ha cumplido a rajatabla.
¿Cómo identificar a alguien?
Fácil, si alguna vez le has mirado a los ojos, y yo lo llevo haciendo durante años en sus fotografías, sé que le reconoceré por su mirada. Pero alguien olvidó decirme que también era obligatorio el uso de lentillas de colores para evitar este reconocimiento.
Ahora me encuentro perdido en esta fiesta, sin saber que hacer. Hasta que alguien me coje de la mano y me lleva a un lugar oscuro. Era él, lo presiento, estoy seguro.


Me ha encantado paisano, enhorabuena.
Saludos Insurgentes